Entendiendo la agorafobia

Agorafobia

Coloquialmente el trastorno de Agorafobia es definido de forma errónea como el miedo a los espacios abiertos. Debido a que en la Grecia Antigua, el “Agora” era la plaza pública de la ciudad donde ocurría la vida mercantil y política. Por eso, solía ser un espacio bastante amplio en el que cupiese un gran número de personas. Dada la sintomatología y la terminología es lógico que a nivel general haya confusión respecto a qué sucede realmente en la Agorafobia.

En primer lugar, es preciso hablar del pánico. Que a nivel físico se traduce en la forma extrema del miedo. En el pánico el organismo se ve involucrado por completo, a través de la reacción de cualquiera de nuestros sentidos por algo que percibimos o, simplemente por ideas, pensamientos o imágenes mentales que pueden ser de tipo realista o fantásticas.

Todas las variables que se usan para medir si estamos o no activados (frecuencia cardíaca, respiración, sudoración y reflejo psicovagálnico entre otros) en ese momento se activan a un alto nivel. A lo que le sigue, por tanto, una sensación de pérdida de control total, que a su vez, aumenta la sensación de miedo. Esta última dinámica circular conocida como la trampa mental, es lo que hace que se produzca un ataque de pánico.

Entonces ¿Qué tiene que ver el pánico con la agorafobia?

El trastorno se mide en cuanto a las sensaciones de miedo intenso o ansiedad. A raíz de los nuevos manuales (DSM5) no hace falta que haya ataques de pánico, pero suele ser lo más frecuente. Puede que el miedo sea a estar en espacios abiertos pero puede que vaya dirigido hacia otras situaciones.

Es decir, existen una serie de situaciones típicamente agorafóbicas( DSM5) como son :

  • Uso del transporte público (p. ej., automóviles, autobuses, trenes, barcos, aviones).
  • Estar en espacios abiertos (p. ej., zonas de estacionamiento, mercados, puentes).
  • Estar en sitios cerrados (p. ej., tiendas, teatros, cines).
  • Hacer cola o estar en medio de una multitud.
  • Estar fuera de casa solo.

Que la persona siente como amenazantes de forma desproporcionada al peligro real y le generan un malestar clínicamente significativo, unido a otros factores a explorar. Este miedo intenso lo que genera son situaciones en las que la persona evita situaciones cotidianas, con consecuencias negativas que entorpecen su día a día.

Generalmente el miedo que genera va ligado a la sensación de no poder escapar si pasa cualquier cosa y, por tanto, de la necesidad de huir o de no salir por no exponerse al peligro. Por lo que va ligado a conductas de búsqueda de salida, planes de escape…

Este trastorno ha ido en auge en el último año debido a la situación de pandemia. Esto se debe a un aumento de la ansiedad a nivel general de la población que funciona como disparador, así como un refuerzo de las “conductas agorafóbicas” que se han visto como positivas para evitar el contagio. Además de otros muchos factores personales a considerar.

Citando a Rawling «atados por vínculos invisibles a nuestro miedo, somos, al mismo tiempo, marionetas y titiriteros, víctimas de nuestras expectativas».

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