“Últimamente siento que mi hijo está más retraído, no interacciona con nosotros, no me cuenta su día a día en el colegio, me preocupa que le esté pasando algo y no consigo saber qué es”. “Mi hijo hace un uso excesivo del móvil, ya no quiere estudiar y cada día siento que es un extraño en casa”.
¿Qué le está pasando a mi hijo? ¿Será la llegada a la adolescencia? ¿Puede estar sufriendo acoso escolar? ¿Qué puedo hacer para que haga un uso responsable de las nuevas tecnologías?
Esta es una de las preocupaciones de muchas familias hoy en día. Las nuevas tecnologías han invadido nuestro espacio y, han llegado a ser imprescindibles: comunicarnos con amigos o familiares que viven en cualquier parte del mundo, a cualquier hora del día, pedir una cita médica de manera inmediata, buscar una receta, etc.
Sin embargo, muchas veces, se hace un uso indebido de las mismas y esto preocupa principalmente, cuando son nuestros adolescentes los que hacen uso de ellas.
Con el uso indebido de las nuevas tecnologías llegan otras preocupaciones, por ejemplo, las conductas agresivas en la llegada a la adolescencia, el miedo a que puedan sufrir acoso escolar, la preocupación por el grupo de iguales, la dificultad para poder entablar una comunicación eficaz, la bajada del rendimiento a nivel académico, incluso, la desmotivación y el abandono escolar.
En este sentido, es necesario decir que el uso inapropiado de las redes sociales, sobretodo, en la adolescencia, ante la falta de conciencia de los riesgos que conlleva su utilización y la importancia de la repercusión de ese uso inapropiado, puede derivar en grandes consecuencias, tanto a corto, como a largo plazo.
Por un lado, a nivel de adicción, al hacer un uso indebido durante largos periodos de tiempo durante el día, generando consecuentemente dificultades para conciliar el sueño y, a su vez, otra serie de dificultades como por ejemplo, disminución del rendimiento escolar, abandono académico y/o absentismo, así como agresividad hacia padres y madres, siendo generalmente, las agresiones en mayor medida hacia la madre.
Esto también repercute en el ámbito escolar como se ha mencionado anteriormente, así como en casos de acoso escolar donde, en muchas ocasiones, las agresiones comienzan a menudo en una relación interpersonal que poco a poco se va generalizando al grupo y los diferentes ámbitos de convivencia, donde también están incluidas las redes sociales, siendo este un tema tan importante como polémico en nuestros días.
Por ejemplo, en aquellos casos donde se graban peleas entre iguales. Esto puede multiplicar y magnificar la profundidad del daño en la víctima mucho más allá de lo imaginable, cuando ha sido grabada y además, las imágenes han sido difundidas y utilizadas en su contra y todo lo que esa situación conlleva.
Estas situaciones pueden ir asociadas a diversos factores, por ejemplo, el sentimiento de soledad, buscando a través de la red, el contacto con otras personas con las que interactuar de manera virtual, haciendo que para el adolescente, sea una forma sencilla de relacionarse y de interactuar con otras personas, ante la timidez, o sentimiento de vacío, vergüenza o aislamiento.
Por un lado, la soledad, la falta de una red afectiva sólida entre iguales y la falta de reconocimiento de la violencia, ya sea, física, verbal o psicológica entre iguales, donde los insultos, los motes, degradaciones, el chantaje, control, la culpa o la manipulación, se han generalizado en el contexto social y en ocasiones, no son percibidas como tales.
Por todo ello, la prevención de las conductas de riesgo, como pueden ser el abuso de las nuevas tecnologías y el uso de la violencia se puede prevenir a través de la promoción de vínculos afectivos seguros y sanos donde el afecto esté vinculado al cuidado y al reconocimiento, donde es imprescindible que desde que nuestros hijos son pequeños, crezcan en un entorno de seguridad.
Para prevenir el acoso, es importante tanto desde el ámbito familiar como desde el ámbito escolar, trabajar desde la apertura a la diversidad y que niños y niñas aprendan a relacionarse desde la igualdad y la no discriminación. Es importante también, fomentar la construcción de valores de identidad y sobre todo, la creación de redes afectivas inclusivas, atendiendo a la integración de niños y niñas con necesidades educativas especiales, de diferentes etnias, nacionalidades, minorías étnicas, identidad u orientación sexual diversa.
Desde casa, la participación de nuestros hijos en actividades de ocio y tiempo libre, deportivas, inclusivas, de corresponsabilidad, contribuyen a la prevención y la erradicación de factores de riesgo como los que hemos nombrado, donde ellos pueden ser agentes promotores del buen trato.
Esto también se consigue cuando les transmitimos cualidades positivas, realizamos actividades agradables para llevar a cabo de manera conjunta, preguntar por sus amigos, sus aficiones y preocupaciones, evitar críticas directas y corregir la conducta inadecuada, dándoles una alternativa más apropiada y, elogiarles cuando han actuado de manera correcta. Claves imprescindibles que también les da habilidades para la vida adulta.
Desde el colegio, promover su rol activo, a través de un programa de apoyo entre iguales, o a través de un programa de mediación escolar, también como estrategia preventiva, puede contribuir al fomento de valores de respeto, de igualdad, de escucha, diálogo y comunicación en general, así como de habilidades sociales y, sobre todo contribuyendo a la disminución del acoso entre iguales y a la mejora de su comunidad.
Trabajadora Social
Intervención y Mediación Familiar