Un elemento clave para el desarrollo de un curso satisfactorio y con éxito es sin duda la motivación para el aprendizaje. Con ello nos referimos a la estimulación de la voluntad por aprender, de adquirir conocimientos y de mejorar en la tarea.
Sabemos que aquellos alumnos que están motivados, aprenden con mayor rapidez y más eficazmente que aquellos alumnos que no lo están. Hablamos por tanto, de interés y voluntad de realizar una tarea, de ser capaz de perseverar en el esfuerzo que esa actividad requiere durante el tiempo necesario para conseguir el objetivo que nos hemos propuesto.
Pero, ¿Cómo podemos conseguirlo? Esto puede depender de diversos factores. Destacamos, por ejemplo, el grado de interés o aquellas razones que motivan al alumno, etc. Sin embargo, consideramos que para fomentar la motivación para el aprendizaje, es necesario, por un lado, generar un ambiente que permita al alumno motivarse por sí mismo, donde apoyarse en los intereses del alumnado y conectarlo con los objetivos del aprendizaje puede ser tarea fundamental, buscando y realizando actividades motivadoras que impliquen mayor una mayor participación por parte del alumno.
Es interesante, por un lado, seleccionar aquellas actividades o situaciones de aprendizaje que ofrezcan retos y desafíos razonables para los alumnos por su novedad, variedad o diversidad, que ayudan o facilitan la toma de decisiones y que fomentan su responsabilidad e independencia.
Por otro lado, también es fundamental el reconocimiento del logro como poder de refuerzo, donde se remarque el progreso personal insistiendo en los errores como elementos que forman parte del proceso de aprendizaje. Además, si con ello se logra el aumento del esfuerzo, esto permitirá incrementar el rendimiento en los intentos siguientes, centrando su atención en el trabajo personal y en su propia superación.
Trabajadora Social
Intervención y Mediación Familiar