La adquisición de los fonemas o sonidos que conforman nuestra habla es un proceso que se consolida durante los 6 primeros años de vida.
A lo largo de este periodo vamos adquiriendo de manera gradual todos los fonemas que integran el habla. Al principio son los sonidos bilabiales, los que se producen con los labios, (p, b, m), los primeros que hacen su aparición. Poco a poco, y por un sistema de oposición, se van articulando el resto de fonemas hasta llegar a los más complejos como los sonidos (tr, dr o rr).
Los fonemas más complicados suelen dominarse alrededor de los 5-6 años siendo habitual y natural que existan alteraciones antes de esa edad en la pronunciación.
Uno de los sonidos más complicados o costosos de articular es el fonema ERRE ya que no sólo es necesario tener agilidad con los movimientos de los órganos articulatorios (lengua, dientes, labios, etc.) y tener una correcta posición de la lengua, sino que también interviene la respiración y el soplo para lograr la vibración del sonido. Es por ello, que el fonema erre suele ser uno de los últimos en adquirirse.
En algunas ocasiones, la presión que ejercen los adultos sobre los niños para que la erre les salga puede conllevar a que estos realicen un sonido vibrante de manera gutural haciendo vibrar la garganta con un sobreesfuerzo en esta zona. Esto da lugar a un sonido similar a una erre francesa. Si esto persiste puede convertirse en un mal hábito costoso de corregir.
Si después de los 6 años siguen las dificultades para poder pronunciar el fonema erre nos encontramos ante un caso de rotacismo.
El rotacismo puede deberse a varios motivos, orgánicos y/o funcionales, que siempre hay que valorar: frenillo corto, paladar ojival, falta de tono muscular de los órganos bucofonatorios, mal posicionamiento de la lengua, falta de fuerza y coordinación en el soplo, etc.
Cuando somos conscientes, seamos niños o adultos, de que no pronunciamos debidamente ciertas palabras pueden aparecer sentimientos de frustración ante tal incapacidad, y esto puede afectar a nuestra autoestima e influir en nuestras habilidades sociales a la hora de comunicarnos con los demás. En algunos casos, se llegan a utilizar estrategias para evitar ciertas palabras o incluso decidir no hablar con determinadas personas para evitar burlas.
Aunque el fonema erre es uno de los últimos en adquirirse y no pronunciarlo correctamente no es preocupante hasta los 5-6 años, es importante observar que no se produzca con un sonido gutural en la garganta y que no afecte a las relaciones comunicativas con los demás. En estos casos habría que valorar una intervención precoz.
La intervención en el rotacismo, tanto en niños como en adultos, es muy efectiva consiguiendo resultados a través de una variedad de ejercicios que logran con éxito la articulación de esa erre que se resistía.
Psicóloga. Máster en Logopedia