El cuerpo, cuna de emociones y preguntas ¿Cómo lo atiende el adolescente de nuestro tiempo?

El cuerpo no puede ser silenciado ni homogeneizado, a pesar de que la modernidad (estética, publicidad, ciencia, etc.) se empeñe en ello. Mientras estemos vivos, sentiremos, cada uno a su manera, desde la diferencia.​ Es precisamente este cuerpo del sentir y no el cuerpo de las formas, con el que hemos de lidiar y del que nos ocuparemos en estas líneas.

Una de las características del cuerpo es su “alteridad”, aunque a priori, uno pueda pensar que nacemos teniendo un cuerpo, nos va ocupar todo un trabajo psíquico apropiarnos de él. Existen momentos vitales, donde todo este trabajo se tambalea y requiere ser revisado. 

La adolescencia es uno de estos momentos ¿Por qué?¿Qué ocurre? El niño pasa de ser deseado por su entorno familiar, a un adulto deseante, alguien que debe tomar iniciativas y arriesgar. Lacan decía: “el deseo es siempre un deseo de cuerpo”​; es decir, eso supone hacerse cargo de un cuerpo en el que irrumpen nuevos signos erotizados y que requieren la búsqueda de fórmulas propias para manejarse. En ocasiones, estos signos, también pueden ser motivo de burla, agresión física o verbal, por lo que la tarea se torna mucho más complicada.

 

Escollos de la adolescencia actual

En épocas anteriores, primaba como modo de regulación en la adolescencia el pensamiento, ideas o vocaciones, donde el cuerpo quedaba atrapado de prohibiciones sexuales, siendo esta cuestión, un tema tabú. Sin embargo, en la actualidad, lo que orienta es el cuerpo, la importancia creciente de la mirada y la imagen, ya que estamos en la era digital. El obstáculo ya no es la prohibición de la sexualidad ni la culpabilidad de su vivencia, sino paradójicamente, la idea de que todo está permitido,​ donde las preguntas se acrecientan y por tanto, dicha regulación se realiza todavía más en solitario. Otro inconveniente en los jóvenes de hoy, o que no facilita el tránsito al mundo de los adultos, es la reducción del tiempo de latencia,​ un espacio entre la niñez y la pubertad que permite prepararse para el cambio, de forma que la entrada en la adolescencia es cada vez más apresurada. Además, se recurre con menor frecuencia a la relación con los iguales para construir la identidad y ocupar un lugar en el grupo, ahora “quién eres” viene representado por los objetos de consumo que se dispone (móviles, videojuegos, etc), lo cual les lleva al aislamiento y un modo de satisfacción autoerótico,​ sin más regulación ni mediación que el cuerpo mismo con el peligro que eso conlleva, pues la autolimitación puede ser hasta que el cuerpo aguante o explote, y eso genera más angustia.

 

Por tanto, ¿cómo hacen los jóvenes para transitar las exigencias de ese nuevo cuerpo púber  sin demasiada angustia? 

  1. Ajustan recursos infantiles a los nuevos objetos: succionan líquidos (birras, chupitos, etc); chupan cigarros (porros, etc); pasan horas toqueteando mandos; embadurnan las paredes con grafitis...
  2. Usan imágenes a las que se alienan en masa: cortes de pelo, piercings, abalorios, prótesis, marcas en el cuerpo, etc.
  3. Crean síntomas, por ejemplo el bullying. Jose Ramón Ubieto plantea el acoso como una falsa salida a la incógnita sexual, atacando a aquel que es diferente o denota signos corporales que le convocan a tener que ocuparse de su emergente sexualidad, permitiéndoles demorar respuestas, ilusión de dominio del propio cuerpo a través de humillar el del otro y/o desplazar su angustia a la víctima. Al unísono, la víctima, inhibida en su acto de respuesta, puede también creer que de esta manera, al identificarse a ese lugar, se puede ahorrar el acto y evitar así el vacío
    La adicción a sustancias tóxicas, sería otro síntoma, prefiriendo que éstas regulen el cuerpo extraño y calmen la angustia.
  4. Redes sociales que verifiquen su lugar en lo social a través de “likes”.
  5. Actividades sublimatorias: pintura, cine, grafitis, etc.

 

Ante todo ello, cabe destacar la palabra como recurso saludable, especialmente la terapia grupal psicodramática, ofreciendo un espacio beneficioso para poder intercambiar con los iguales, elaborar y transitar el cuerpo con mayor tranquilidad, de una forma más relajada, distendida, como es el juego terapéutico, característica fundamental de esta herramienta. Por último, el encuadre y estructura de esta técnica, actúan de sostén, contención  y guía ante un período, que como mencioné, está plagado de incertidumbre.

 

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