¡Haz que tus propósitos de Año Nuevo trabajen para ti!

¡Haz que tus propósitos de Año Nuevo trabajen para ti!

La llegada de un nuevo año suele ser un momento de reflexión, de establecimiento de metas y de planes para mejorar aspectos de nuestra vida. Sin embargo, también puede ser un periodo cargado de expectativas poco realistas, comparaciones en redes sociales y, en algunos casos, ansiedad o frustración al no cumplir con lo planeado. Desde Mindic queremos ofrecerte claves prácticas para afrontar esta etapa del año de manera más tranquila y provechosa.

Las trampas de los propósitos de Año Nuevo

  1. Expectativas poco realistas: Muchas personas establecen metas que no se ajustan a su realidad actual, como conseguir objetivos a nivel deportivo complejos en poco tiempo o alcanzar logros profesionales desmesurados. Estas expectativas suelen generar una sensación de fracaso al no cumplirse.
  2. El impacto de las redes sociales: Durante esta época, las redes sociales se llenan de recopilatorios de logros y mensajes motivacionales que, aunque pueden ser bienintencionados, también suelen inducir a comparaciones, y ya sabemos que estas sin un contexto real sobre el resto de aspectos que no aparecen en ese recap del año 2024, lleno de fotos alucinantes y con una música triunfal, pueden ser perjudiciales para aquel que los ve con la guardia baja. Ver las "vidas perfectas" de otros suele generar la sensación de que no estamos haciendo lo suficiente para alcanzar la felicidad.
  3. La presión de los "coaches motivacionales": Muchos videos y mensajes de autoayuda transmiten ideas como “si quieres, puedes” o “visualiza el éxito y lo alcanzarás”, sin considerar las particularidades de cada persona, cuando cómo hemos hablado en otras ocasiones “Su código postal influye más en su salud que su código genético. Una cosa son estilos de vida y otras son condiciones de vida” (Irigoyen, 2010). En esta sociedad en la que la meritocracia y las tazas de MR. Wonderful parecen inundarlo todo, puede que estas sean más enemigas que instigadoras de ese cambio que queremos lograr, pues pueden llevar a que alguien se sienta culpable por no lograr lo que supuestamente debería ser fácil.
  4. Metas impuestas por otros: A menudo, los propósitos no surgen de nuestros propios deseos, sino de la presión de amigos, familiares o la sociedad que nos quieren guiar hacia “que nos hará más felices”, sin embargo, esto puede hacer que nos sintamos desconectados de nuestras metas y menos motivados para lograrlas. Ser conscientes de nuestros deseos, de nuestras necesidades, es de vital importancia previamente a trazar una lista de propósitos y planes para conseguirlos. Ayudarnos y escuchar a aquellos que nos rodean dista de seguir sus mandatos al pie de la letra…pregúntate aquello que quieres, valoras, que te apetece o incluso que te hace ilusión y si esto se alinea con aquellos propósitos que quieres emprender, si dista, es hora de replantearnos la dichosa lista que posponemos de enero en enero y tiro porque me toca.
  5. Sobrecarga de propósitos: Establecer demasiadas metas a la vez puede generar una sensación de hastío y de que no llegamos a conseguir nada por más que nos esforcemos. Al intentar abarcar demasiado, es más probable que no logremos nada, lo que incrementa la frustración. Si este es tu caso, tienes una lista más larga de lo que has conseguido cumplir años anteriores, quizás es momento de reestructurarla, de enfocarnos y parcializar, ya dice el refranero español, quién mucho abarca, poco aprieta.
  6. Falta de un plan claro: Tener metas vagas o abstractas, como "ser más feliz" o "mejorar mi vida", puede resultar en una falta de dirección. Sin pasos concretos, es difícil avanzar y medir el progreso, lo que suele incurrir en que se quede en el aire…No daremos valor a lo conseguido, porque no podemos verlo, no estaba claro, tampoco podremos tener una dirección que seguir…así que si tu lista de metas se parece a esta, a generalidades e infinitivos vacuos e inocuos, vamos a ponernos manos a la obra con ella y a especificar preguntándonos que es eso que nos hace felices, que es eso que mejoraría nuestra vida e ir desglosando poco a poco nuestros deseos para transformarlos en guías.
  7. Confundir felicidad con perfección: La idea de que un buen año debe ser perfecto suele ser perjudicial. La perfección es inalcanzable y, en su lugar, es más útil centrarse en aprender y crecer a través de las experiencias, incluso las difíciles. No hablamos aquí de resignación, sino de aceptación de nuestra realidad, de tener presente la diferencia entre las posibilidades según la realidad y contexto que nos acontece y aquellos sueños preciosos que a todos nos ilusionan pero que en este momento no nos resultan accesibles, al menos no sin un camino y determinados pasos por en medio, y que a veces ni con esto podrían ser materializados. Podría verse este apartado como derrotista, y nada más lejos de la pretensión del mismo, pero tender a idealizar lo que esperamos de los siguientes días porque ha cambiado el dígito final del calendario quizás es una idea que puede ser más dañina que indulgente con nosotros mismos.
  8. Negar emociones negativas: Pretender que solo experimentaremos emociones positivas al cumplir metas puede llevar a ignorar emociones inevitables como el miedo, la tristeza o la frustración. Todas las emociones tienen su función y es importante validarlas, entenderlas y transitarlas. Cambia el año y este puede ser un buen momento para empezar a cambiar aquellas cosas de nuestra vida que no nos llevan hacia el sitio en el que queremos estar, pero transitar ese camino no es sinónimo de que las emociones que sintamos vayan a ser únicamente agradables a partir de ahora.

Estrategias para gestionar los propósitos de manera saludable

1. Reflexionar antes de establecer metas

  • Pregúntate qué es lo que realmente quieres y necesitas. Diferencia entre metas que te beneficien y aquellas que simplemente cumplen con expectativas sociales o externas.
  • Divide los objetivos en áreas: personal, laboral, social, emocional, etc. Esto te ayudará a tener una visión más equilibrada.

2. Establecer metas SMART (Específicas, Medibles, Alcanzables, Relevantes y con Tiempo definido)

  • Por ejemplo, en lugar de decir “quiero hacer más ejercicio”, establece algo como: “Voy a caminar 30 minutos tres veces por semana durante los próximos tres meses”.
  • Asegúrate de que las metas sean pequeñas y manejables. Esto evita que te sientas abrumado. 3. Gestionar el impacto de las redes sociales
  • Filtra tu contenido: Deja de seguir cuentas que te hagan sentir mal o que promuevan expectativas irreales. Busca perfiles que compartan mensajes genuinos y positivos.
  • Limita el tiempo en redes: Establece franjas horarias para revisar tus aplicaciones y evita consumir contenido justo antes de dormir.
  • Recuerda que las redes sociales muestran solo una parte de la realidad de las personas, muchas veces idealizada.

4. Ser flexible y compasivo contigo mismo

  • Acepta que pueden surgir imprevistos o momentos de desmotivación. Esto no significa que hayas fracasado, sino que estás enfrentando un proceso normal.
  • Celebra los pequeños logros en lugar de enfocarte solo en lo que falta por cumplir. Esto refuerza la motivación y el bienestar emocional.
  • Parcializa las grandes metas y divídelas en metas pequeñas que se vayan sumando para acercarte a la meta final.

5. Evitar la comparación

  • Practica la gratitud por tus propios avances y logros, por más pequeños que parezcan.
  • Si notas que te estás comparando con otros, recuerda que cada persona tiene su propio ritmo y circunstancias.

6. Reconocer lo inmodificable y lo modificable

  • Acepta que hay realidades que no puedes cambiar, pero también identifica aquellas que están bajo tu control. Poder diferenciar ambas es imprescindible para poder establecer metas realistas
  • En aquellas que si puedan ser modificables salir de la queja y pasar a la acción te ayudará a avanzar, esto no implica que no podamos liberarnos y hablar de las partes complicadas con nuestras personas cercanas, pero si que una vez que lo hemos hecho, podamos ir cuidándonos y comprometiéndonos con nosotros mismos y nuestro bienestar tomando acción.

7. Validar tus emociones

• Permítete sentir miedo, tristeza o frustración sin juzgarte. Estas emociones son parte del proceso y pueden ofrecerte valiosas lecciones…las emociones son mensajes, escúchalas, escúchate y con lo que te digan acércate a ti mismo de manera amable y sincera…a veces necesitamos escucharnos más y dejar el ruido que nos rodea.

Tips prácticos para afrontar la ansiedad asociada a los propósitos

1. Crea un plan de acción progresivo

  • Divide las metas en pasos pequeños y alcanzables. Esto te permitirá avanzar sin sentirte abrumado.
  • Usa herramientas como calendarios o aplicaciones de organización para visualizar tus progresos.

2. Haz pausas para evaluar

  • Cada mes, revisa tus metas y ajusta lo necesario. Esto te ayudará a mantener el foco sin sentirte atrapado en un plan rígido.

3. Practica el autocuidado

  • Dedica tiempo a actividades que disfrutes y que te permitan desconectar del estrés.
  • Prioriza el descanso y una buena alimentación para mantener un equilibrio físico y emocional.

4. Busca apoyo profesional si es necesario

  • Si sientes que la ansiedad o la frustración son persistentes y están afectando tu bienestar, considera hablar con un profesional de la salud mental.

Conclusión

Los propósitos de Año Nuevo pueden ser una herramienta útil para el crecimiento personal, pero solo si se gestionan de forma saludable y realista. Es fundamental recordar que el cambio no ocurre de la noche a la mañana y que cada pequeño paso cuenta. Al enfocarte en tus propias metas, evitar comparaciones y practicar la autocompasión, podrás iniciar el año con una perspectiva más positiva y sostenible.

Por mi parte y parafraseando a Mirta Medici, no te deseo que el 2025 te traiga felicidad. Te deseo que logres ser feliz, sea cual sea la realidad que te toque vivir. Que la felicidad sea el camino, no la meta.

Psicóloga Inma Albero

Psicóloga Adultos y Parejas

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