El poder de las palabras

Madre enfado niños

Son varias las ocasiones en las que andando por la calle me sorprendo al escuchar ciertas frases que madres, padres u otros referentes hacen a los niños/as, quizás porque han tenido una conducta no apropiada o no esperada, porque se han peleado con su hermanos/as, porque están tratando de expresar cómo se sienten a través de una conducta negativa, etc. Y, en estas situaciones, llama mi atención la sencillez con la que muchas veces son recriminados o corregidos con palabras que, de manera no consciente pueden ser muy dañinas.

Muchos de estos comentarios, vienen motivados por el estado de ánimo que en este momento los adultos en cuestión presentan, las prisas del momento y, también, quizás por los estilos parentales de educación que recibieron en la infancia.

Sin pretensión de juzgar, es importante conocer que la manera en que hablamos a los niños/as desde la infancia, va a influir de una forma muy relevante en su desarrollo cerebral, de su autoestima y, por ende, en su salud mental cuando se conviertan en adultxs.

Las madres/padres, familiares y/o referentes de los niños/as, esperan que éstos crezcan con valores de responsabilidad, respeto, autonomía, etc.; No obstante, nos sorprende cuando de repente van tomando respuestas en las que muestran su independencia, defendiendo lo que desean y/o presentan respuestas defensivas como rabietas, u otras menos apropiadas en las que tratan de resolver sus conflictos en las que utilizan la amenaza verbal y/o conductas no deseadas.

Teniendo en cuenta que la forma en que hablemos a los niños/as y la manera en la que sean tratados va a influir significativamente en cómo aprendan a resolver sus propios conflictos y en la valoración que van a tener de sí mismxs, hemos de ser responsables a la hora de comunicarnos y revisar nuestro lenguaje interno ya que, de manera muy inconsciente, es posible que se utilice con los más pequeñxs.

Entre las expresiones que se ha de evitar transmitir a los niños/as se encuentran:

  • Comparaciones con hermanxs tales como: “de tu hermano es que no tengo nada que decir, lo hace todo bien”,fíjate en tú hermanx”.

Cada niñx es diferente y tiene su propia forma de ser con distintas necesidades y diferente ritmo de desarrollo y aprendizaje. En cambio, es importante alentar a que aprendan aquello que esperas, hacer de modelo y/o que su hermanx pueda ayudarle a conseguir aquello que deseas que mejore.

  • Es importante cuidar los comentarios basándonos en nuestro estado de ánimo, “me tienes harta”, “no quiero escucharte”, “mira que eres pesado/a”, “me estás poniendo de los nervios” etc.

Estos son comentarios que, en ocasiones, aparecen ante una conducta o situación que no sabemos cómo manejar y nos dejamos llevar por nuestro estado emocional de estrés, prisas u agobios, y dejamos de lado aquello que nuestro hijo/a está sintiendo y no gestionando de manera adecuada aquello que nos genera a nosotros mismos. En su lugar, trata de escuchar aquello que te quiera transmitir, algo te quiere decir y quizás no sabe de qué forma hacerlo. Valida sus emociones, corrige su conducta con firmeza, pero con cariño, y busca el momento oportuno para darle esa atención que está pidiendo.

  • Utilizar condicionantes y/o amenazas verbales tales como, “si no haces los deberes no vas a jugar”; “si no me haces caso verás”, “si no te comes todo esta tarde no vas al cumpleaños”. Muchas veces, con el fin de conseguir que hagan aquello que es esperado, se utilizan expresiones en las que inducimos miedo y que, en ocasiones, obtienen el resultado deseado. No obstante, estamos enseñando a realizarlos a cambio de algo que ellos desean y posiblemente, en un futuro, repitan dichas conductas para obtener lo que quieren.

En lugar de ello, utiliza expresiones que alienten a conseguir aquello que les es difícil, no quieren realizar o que les cuesta. Utiliza órdenes sencillas, claras, cortas, concisas; ayúdales utilizando el juego, puede motivar a conseguirlo.

  • Evitar etiquetas como terremoto, llorica, travieso, desordenado, malo… En ocasiones, se utilizan de manera cariñosa, pero de manera reiterada pueden mermar el desarrollo de un autoconcepto positivo de sí mismo/as, llegando a creerlas y desarrollar complejos en el futuro. Es importante que, como modelos de los más peques, les ayudemos a realizar aquello que más les cuesta, les da pereza o les genera frustración. Evitar caer en ofrecer elogios excesivos, pero sí reconduciéndoles en llevar a cabo los hábitos o conductas que se esperan. Utilizar palabras que les muestren tu amor incondicional y que reconozcan los intentos más que el resultado.

 

Una buena comunicación llevará a las familias a tener una adecuada calidad en sus relaciones, clave para establecer en casa un clima de confianza y empatía. Por tanto, es importante que como adultxs, revisemos la forma de comunicarnos y dirigirnos a los más peques, pues, las palabras tienen un gran poder sobre las emociones y en el desarrollo de la autoestima, dejan huella en el desarrollo cerebral y determina la forma de actuar y de sentir.

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