Dentro de la tradición de la intervención psicológica infantil, el trabajo terapéutico se ha centrado principalmente sobre el propio niño. En los últimos años, cada vez con más frecuencia, se van incorporando modelos de intervención que amplían el foco incluyendo en el proceso a la familia, especialmente a los padres, figuras sobre las que principalmente recaen los cuidados del menor.
Rodolfo de Bernart, director del instituto de Terapia Familiar de Florencia, sostiene que nuestros padres están con nosotros desde el nacimiento, pero la naturaleza exige que nos abandonen llegado un cierto punto de sus vidas; nuestras parejas o nuestros hijos llegan más tarde… y no han compartido directamente nuestra infancia y adolescencia... son nuestras “raíces horizontales”. Es la relación entre los hermanos el vínculo afectivo de más larga duración. Son el laboratorio social y emocional de múltiples aprendizajes, compartir, negociar, competir…etc. Son los que han estado siempre presentes: comparten el mismo periodo de existencia y gran parte de las experiencias relacionales y afectivas necesarias para el desarrollo. Pero ¿se incluyen a los hermanos lo suficiente en la psicoterapia?
A menudo los padres reconocen que se han volcado sobre el hijo con déficits, por lo que han descuidado ligeramente la atención sobre los hermanos. El hermano en este momento es como las estrellas en el día que, deslumbradas por el efecto del reflejo de la luz del sol, son invisibles a los ojos.
Posteriormente, los hermanos, con el fin de obtener también su sentido de significancia y de pertenencia en la familia, de recibir la mirada amorosa y el reconocimiento de sus padres, buscan llegar a esta meta tomando rutas alternativas a través de la creación de un rol. Como “hijo modélico”, correcto, exitoso y responsable, quizás en un intento de agradar a sus padres para que se sientan cómodos con la poca atención que recibe de ellos. Por el contrario, el hermano también puede relacionarse a través del rol de “hijo desastre”, destacando por su mal comportamiento (bajo rendimiento académico, agresividad, incumplimiento de las normas, etc.) para así asegurarse en cierto modo una atención parental que por otra parte sería bastante más escasa. El hermano invisible se convierte entonces en visible, a veces demasiado, como las estrellas en la noche.
Es imprescindible comprender que los hermanos forman parte del sistema llamado “familia” por lo que lo que aquello que afecte positiva o negativamente a un miembro el sistema impacta en la familia en general.