En la etapa infantil, la hora de irse a la cama puede ser vivida en muchos hogares como una situación de estrés. En torno al 20-30% de los niños, entre los 6 meses y 5 años, presenta dificultades para conciliar el sueño por la noche, así como para recuperarlo y mantenerlo tras los frecuentes despertares nocturnos, sin la presencia de la figura materna o paterna.
Estas situaciones pueden dar lugar a respuestas de ansiedad en los más pequeños, manifestadas en forma de llanto, los consecuentes y continuos desplazamientos a la cama de los papás y los rechazos para ir a la cama cuando llega el momento de irse a dormir.
La falta de sueño, además, tiene consecuencias negativas en los niños, reflejadas en un aumento de problemas de comportamiento y dificultades de concentración, debido al cansancio y agotamiento acumulado por la falta de un sueño reparador.
En la mayoría de los casos, estas dificultades se presentan debido a un inadecuado establecimiento de hábitos y rutinas por la noche. Igual que el “comer”, dormir es una conducta que se ha de establecer como un hábito y para ello se ha de aprender.
Algunas de las pautas que papás y mamás pueden llevar a cabo para establecer hábitos de sueño saludables y ayudar a los pequeños de la casa a dormir solos son las siguientes:
- Mantener un horario regular para acostarse y para levantarse (con cierta flexibilidad los fines de semana). De esta manera su ciclo de sueño-vigilia se adapta a una rutina y podrá conciliar el sueño con mayor facilidad.
- Ritual para acostarse. Establecer una rutina previa con acciones habituales como, por ejemplo: ducha o baño, cena, cepillar dientes y realizar actividad relajada que prepare para el sueño, como contar un cuento, cantar una canción, hablar de cómo ha ido el día etc.
- Despedida. Una vez realizado el ritual previo al sueño, se ha de dar las buenas noches, un beso y salir de la habitación. De esta manera, enseñamos a que nuestro hijo/a se duerma sin la necesidad de la presencia de la figura paterna o materna y fomentamos su autonomía.
- Transmitir calma y seguridad. Si el niño tiene despertares nocturnos, los papás han de mantener la calma y transmitirla a los niños para darles seguridad y que entiendan que continúan allí y no está solo. Si los niños perciben serenidad en los adultos, ellos también la tendrán. Se vuelve a realizar la despedida y se sale de la habitación.
- Señales de seguridad. También es posible utilizar objetos de seguridad para ayudar al niño a relajarse y sentirse más acompañado, como un peluche o manta suave, que le ayuda a asociarlo con la hora de dormir.
- Refuerza los logros. Por la mañana, es importante que muestres tu afecto y refuerces el hecho de haber dormido solo, principalmente si era una conducta que ha sido difícil de conseguir. De esta manera, su motivación aumentará y querrá repetirlo de nuevo las siguientes noches.
Además de tener en cuenta las pautas anteriormente mencionadas, es importante conocer que durante las etapas evolutivas del desarrollo es frecuente la aparición de miedos infantiles, pesadillas y terrores nocturnos, entre otros; y, por tanto, el abordaje que las familias hagan de estas situaciones será un factor clave para el mantenimiento de conductas de sueño adaptativas.