La adolescencia es un etapa normativa de la vida y la evolución de los seres humanos. Tiene una parte biológica natural, la pubertad, donde se ponen en marcha procesos bioquímicos y fisiológicos que implican cambios físicos y hormonales en nuestros cuerpos y, por supuesto, en nuestro cerebro. Pero también tiene una parte social, influida por los tiempos y las épocas. En la nuestra parece que se está extendiendo, por delante y por detrás. Cada vez empieza antes, y se termina más tarde. Los investigadores hablan de una duración entre los 13 y los 24 años, para terminar el desarrollo cerebral que separa al niño del adulto.

En la actualidad, la velocidad de los cambios sociales hacen que la barrera de incomprensión entre padres e hijos sea cada vez más grande. Antes, los adolescentes, tenían un destino claro; ser adultos como sus padres, sin embargo, hoy en día, las posibilidades del futuro adulto son infinitas y desconocidas. Algo que genera en nuestros jóvenes mayores dificultades a la hora de tomar decisiones vitales.

Para los padres, siempre supone un reto enfrentarse a la educación de los jóvenes en esta etapa. Requiere distintas habilidades y estrategias en la nueva puesta de límites y un nuevo tipo de comunicación más horizontal, necesario con estos adultos en ciernes. Para muchos padres o tutores, hay una “catastrofización” de esta etapa vital que les impide ver que estas “actitudes irritantes” de los adolescentes serán, por lo general, algo temporal.

Pero ¿Qué podemos esperar de una adolescencia normal?

Algunas características;

1. Búsqueda de su identidad propia. Los adolescentes atraviesan por un periodo de extrema inestabilidad y desequilibrio con respecto a lo que conocíamos de ellos previamente. Están buscando y conformando su futura identidad propia, separada de la de sus padres y necesitan probar distintas opciones (experiencias, valores, grupos sociales, etc.)
2. El grupo como referencia. En esta búsqueda de identidad tienen a identificarse con más facilidad con su grupo de iguales, que atraviesa por sus mismas dificultades. Otorgan al grupo parte de la seguridad que antes identificaban en la familia.
3. Fluctuaciones del estado de ánimo. Al producirse tantos cambios físicos y en su estilo de vida la inestabilidad es una parte normal. Toda cambia tan rápido en la vida de los adolescentes que adaptarse a ello no parece tarea fácil. Cuantos menos cambios se añadan a su alrededor, más sencillo será, pero no inevitable.
4. Desarrollo intelectual. En esta época, los adolescentes se vuelven más inquietos a nivel intelectual (con sus temas de interés) y son más propensos a intelectualizar y fantasear debido a los procesos de remodelación que, en esta época, se producen en el cerebro.
5. Desarrollo de la sexualidad. Parte de la evolución normativa biológica pasa por descubrir nuestra sexualidad y explorarla. En esta época suelen producirse las primeras experiencias sexuales y las indagaciones sobre la propia identidad y orientación sexual.
6. Separación progresiva de los padres. Esta separación es difícil para ambos, pero necesaria para terminar el proceso de la creación de una identidad propia. Una buena imagen de los padres con roles definidos y capacidad de comunicación, facilitará la separación y la definitiva madurez.

Para terminar decir que estos cambios son necesarios para preparar al adolescente para la vida adulta, pero que si este proceso se complica (consumo de tóxicos, agresiones, prácticas de riesgo, excesivo aislamiento…) o el propio adolescente lo solicita, pedir ayuda a un psicólogo especialista en adolescentes será un buena idea para recuperar y potenciar estrategias y herramientas de la familia para facilitar este proceso.