La complacencia se define como la satisfacción, placer y contento que resulta de una cosa, acción o situación. Trasladando este concepto a la sexualidad, nos encontramos con que muchas personas prefieren centrar casi toda su atención en el placer ajeno olvidándose del suyo propio.
Aquí, es importante tener en cuenta la socialización que hemos tenido respecto a la educación sexual recibida ya que normalmente ha sido escasa y, muchas veces, equivocada. Debido al tabú que aún supone hablar desde nuestra infancia y adolescencia del ámbito sexual (adecuándonos a cada edad), hemos dejado que la pornografía y la transmisión generacional de ciertos conceptos erróneos pasen a ser la base por la que nos regimos a la hora de mantener relaciones sexuales. Si a esto le sumamos el hecho de que a muchxs (sobre todo a las mujeres) se nos educa en la obediencia, en el ‘no importunar’, en atender las necesidades del otro dejando las nuestras en el último lugar y se nos ha reforzado el ser buenxs y complacientes, nuestro deseo y placer queda subordinado al de los demás o incluso ni se contempla.
Existe la obtención de satisfacción en el acto de dar placer al otrx y es importante que tengamos en cuenta cómo se está sintiendo la otra persona pero hemos de poner atención también en que exista un equilibrio entre lo que damos y lo que recibimos y que es tan importante el placer ajeno como el propio y es nuestra responsabilidad atenderlo.
Si hemos sido educadxs solo en el dar y muy poco en el recibir nos veremos ante la dificultad de que no solo no priorizaremos nuestras necesidades, sino que también nos parecerá complicado poder relajarnos cuando alguien está intentando complacernos a nosotrxs resultando casi imposible disfrutarlo del todo.
Todo ello nos lleva a reflexionar si la complacencia durante las relaciones sexuales va a acompañada también de ese supuesto placer o simplemente nace de la necesidad de contentar al otrx pasando por alto nuestras preferencias, gustos o cómo nos estamos sintiendo. Y lo que es aún más importante, sería necesario hablar de complacencia cuando hablamos de consentimiento puesto que una persona que tenga muy interiorizado y reforzado el servir a los demás, no poner límites, no expresar su opinión o intentar que nadie se moleste a su alrededor, también tendrá muchas dificultades para decir ‘no’ cuando sea necesario.
Hemos de empezar a deconstruir el concepto de sexualidad que venimos arrastrando de unas fuentes, que quizá no son las mejores y preguntarnos de dónde hemos aprendido lo que sabemos sobre sexualidad, por qué hacemos lo que hacemos y si realmente nos gusta y nos satisface. Desde este cuestionamiento podremos comenzar a crear una idea de sexualidad basada en el cuidado y placer mutuos, la libertad de expresión, la comunicación y el conocimiento de unx mismx y del otrx para poder vivir una vida sexual sana, libre y satisfactoria.