¿Qué significa para ti la palabra “cuidar”? ¿Sabemos realmente qué trasfondo puede llegar a tener una única palabra?
Realmente es un verbo complejo, no por su definición sino por lo que implica en nuestro día a día, en nuestro contexto cotidiano y más cercano: nuestra familia, amigos, trabajo, las personas con las que trabajamos…
¿Cómo cuidamos de los demás (hijos, pareja, padres, equipo de trabajo…)? ¿Cómo nos exigimos a nosotros mismos sobre nuestra capacidad de cuidar? ¿Dedicamos el tiempo suficiente a nuestro propio cuidado? ¿Influye como nos cuidamos a nosotros mismos en cómo cuidamos de las personas que son más importantes para nosotros/as?
Muchas veces, la vorágine del día a día hace que pongamos en marcha el motor y, de forma inconsciente y sin pensarlo, muchas veces, se enciende el piloto automático, nos ponemos en marcha dejando pasar aspectos cotidianos tan sutiles y tan importantes a la vez como es detenerse a escuchar y observar al otro, observar el cuidado del otro y también observar nuestro propio autocuidado.
Puede ser que, por diferentes razones, nos veamos expuestos a momentos de estrés que pueden ser debidos a diferentes causas, como puede ser de la noche a la mañana, enfrentar una enfermedad cardiovascular, un accidente imprevisto, cuidar de una persona con discapacidad, ya sea física, psíquica o intelectual, etc., hacer frente a muchas tareas en el trabajo donde hay una relación directa con otras personas, estar expuesto a factores estresantes de una manera repetida en el tiempo. En definitiva, situaciones donde, de alguna manera, alguien depende de nosotros porque no puede cuidar de sí misma y precisa de otras personas para poder vivir…
Cuidar significa dedicación, afecto, tiempo, que en muchos casos conlleva un esfuerzo que en ocasiones, implica cambios y renuncias en el estilo de vida por parte de la persona que cuida. Esto supone también que muchas veces nos veamos obligados a incorporar hábitos que en cierto modo, pueden no ser adecuados para nuestra salud y que, a corto, medio o largo plazo, pueden acabar pasando factura, por lo que implica la responsabilidad del cuidado hacia los otros, como compromiso asumido muchas veces sin llegar a elegirlo sobre todo cuando esta situación llega gran parte de las veces, de manera repentina e inesperada.
Es cierto que el cuidado aporta una satisfacción que genera un proceso de reconocimiento mutuo que fortalece los lazos entre la persona que cuida y la persona que es cuidada. Supone también reconocer la vulnerabilidad del otro e implica que seamos capaces de poder acompañar de forma integral, asumir el compromiso de preocuparnos por la salud el bienestar del otro. Cuidar sus emociones. Pero, de la noche a la mañana ¿Qué pasa con nuestra propia situación? ¿Qué ha implicado estos cambios en tu vida?
Cuando estas situaciones se producen ya sea de forma repentina y de la noche a la mañana o ya pasado un tiempo, es probable que puedas identificar algunos factores de alarma como pueden ser, por ejemplo, sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad o vacío, impotencia, sentimientos de desesperanza o pesimismo, irritabilidad, frustración, intranquilidad, sensación de nerviosismo o dificultades a la hora de mantener la concentración. También malestar físico como dolores de cabeza o falta de energía, problemas de sexualidad, cansancio, pérdida o aumento de peso, inquietud o dificultad para relajarte o presentar excesiva preocupación por situaciones cotidianas…
Ante estas situaciones, el autocuidado es fundamental para poder sentirnos bien y que esto nos permita poder ofrecer un buen cuidado a los demás, pero hablar de autocuidado no implica únicamente tener un estilo de vida saludable o ausencia de afecciones, sino la necesidad de tener bienestar físico, mental, social y emocional.
Son diversos los recursos que podemos buscar en momentos como los que hemos señalado anteriormente para poder encontrarnos mejor. Para ello, señalamos algunos a continuación que son fundamentales para que podamos mejorar en calidad de vida, pues, aunque conseguir armonizarlos todos, en ocasiones puede resultar difícil, es importante que se puedan ir añadiendo poco a poco a nuestra rutina diaria.
Hablamos por ejemplo de la importancia de dedicarnos tiempo a nosotros mismos/as. Tener un buen descanso en primer lugar y buscar espacios para realizar actividades que nos resulten agradables, placenteras o gratificantes. En definitiva, tener espacios donde puedas consentirte.
Pasar tiempo a solas o con amigos/as, hacer ejercicio, algún tipo de deporte o practicar un hobby, como puede ser leer un libro mientras tomas un té caliente, ver una serie, tocar un instrumento, pintar, darnos un baño relajante, escuchar música, caminar, respirar, bailar, pasear a tu mascota… compartir aficiones con las personas que son vitamina para nosotros, tener una dieta saludable y equilibrada, mantener comunicación constante con la familia y/o con personas con quien podamos compartir nuestras preocupaciones, son actividades necesarias para alcanzar ese bienestar tan necesario.
Sin embargo, también es imprescindible tener espacio personal para realizar actividades que impliquen disfrute, tener tiempo para poder reflexionar y sobre todo, encontrar el equilibrio a la hora de aceptar la adversidad, siendo conscientes de que atravesar momentos de dificultad implica sacar nuestra fortaleza para poder hacer frente a los retos del día a día, donde un pilar clave puede ser el apoyo de nuestro entorno.
Algo difícil también en este sentido, muchas veces es delegar en otros… por lo que tener capacidad para pedir apoyo a otras personas también es clave. Esto es autocuidado emocional, priorizar nuestras necesidades emocionales y aceptar nuestras emociones, pues todas son necesarias. Es importante que podamos ser capaces de expresarlas a los demás, para poder encontrar ese apoyo y esa necesidad de comprensión, así como felicitarnos por nuestros logros como una fortaleza emocional ante la adversidad.
¿Qué implica esto?
Si cuidamos estos aspectos que acabamos de señalar, no solamente tendremos una actitud más optimista ante la situación y mayor productividad y rendimiento en las actividades de la vida diaria, sino que mejorará nuestra actitud ante la vida, fortaleciendo nuestra autoestima. De esta manera, tendremos mayor capacidad de adaptación y generación de respuestas a la hora de afrontar el estrés y por tanto, mayor calidad de vida.
Esto implica a su vez, poder reflexionar sobre la experiencia de proveer cuidados, desarrollar nuestros afectos de una forma saludable, transmitiendo serenidad y seguridad en el otro y hacia nosotros/as mismos/as.
Con esta última reflexión, os brindamos un cuento escrito por Emily Kingsley que deja entrever de manera muy sutil todo esto que acabamos de exponer.
“Bienvenidos a Holanda”
Dentro de tus sueños está la posibilidad de planear unas vacaciones fabulosas a Italia. Compras un montón de guías, haces tus maravillosos planes… Visitar El Coliseo. El David de Miguel Ángel. Las góndolas de Venecia. Puede incluso que aprendas algunas frases útiles en italiano. Es todo muy emocionante.
Sin embargo, después de meses de ansiosa anticipación, finalmente llega el día. Preparas tus maletas y allá vas… Varias horas más tarde el avión aterriza y al llegar la azafata informa: «Bienvenidos a Holanda».
– ¿Holanda? ¿Cómo que Holanda? Yo me embarqué para Italia. Se supone que estoy en Italia. Toda mi vida he soñado con ir a Italia!!
– Pero ha habido un cambio en la ruta de vuelo. Han aterrizado en Holanda y aquí se debe quedar. Lo importante es que no te han llevado a ningún lugar horrible. Simplemente es un lugar diferente…
Así que tienes que salir y comprarte nuevas guías. Aprenderás una lengua completamente nueva y conocerás a un grupo entero de gente que nunca habrías conocido.
Simplemente es un sitio diferente. Caminas a un ritmo más lento que Italia, es aparentemente menos impresionante que Italia. Pero cuando, después de haber estado un rato allí, contienes el aliento y miras alrededor, empiezas a notar que en Holanda hay molinos de viento. Holanda tiene tulipanes. Holanda tiene incluso Rembrandts.
Pero todo el mundo que conoces está muy ocupado yendo y viniendo de Italia y todos presumen muy alto de qué maravillosamente se lo han pasado en Italia. Y, durante el resto de tu vida, dirás «Sí, ahí era donde se suponía que yo iba a ir... Eso es lo que había planeado.»
Y ese dolor no se va, porque la pérdida de ese sueño es una pérdida importante. Sin embargo, si te pasas la vida quejándote del hecho de que nunca llegaste a Italia, puede que nunca tengas libertad para disfrutar de los momentos tan especiales y cosas maravillosas que te ofrece Holanda.
Emily Kingsley, 1987.
“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Galileo Galilei.
Trabajadora Social
Intervención y Mediación Familiar