En esta sociedad en la que vivimos hablamos mucho sobre el amor y con ello de relaciones. Si nos fijamos atentamente de esto están llenas las conversaciones en el día a día, los libros, las canciones, las series y películas… El “amor” está en todas partes.
Parece que en estos días en los que se acerca la festividad de “San Valentín” esto todavía florece más y nuestros días se llenan de corazones, globos, peluches, cosas varias de color rojo y un discurso que nos parecen querer recordar que nuestra vida no está plena sin un gran amor, uno desgarrador, uno que te haga sufrir y luchar una gran batalla por conseguir a esa persona perfecta y desde ahí toda nuestra vida será maravillosa. Aquellos que no lo tienen deberían estar buscándolo con desesperación y avidez y aquellos que lo tienen parecen tener que mostrar una cara perfecta del mismo de cara a la galería y estar insatisfechos internamente si no es lo suficientemente increíble, de película.
Estos mensajes que habitualmente nos llegan se amplifican y todavía se hacen más presentes, unidos a una parte dulce y bonita que nos puede llevar a atraparnos en esta apariencia efímera y no percibir lo doloroso que se esconde tras la primera capa externa, o incluso resignificar lo dañino que se vive como mensajes inequívocos de que ese sufrimiento forma parte indivisible de la experiencia, es la moneda a pagar para alcanzar este estado de gracia del gran amor.
Los mensajes que recibimos varían en formato, aunque se asemejan mucho en el mandato principal, ese gran amor debe ser sacrificio y conllevar posesión.
Lo vemos en la calle, en los refranes o dichos populares que nos vienen a la cabeza al pensar en relaciones, que en cuestiones de amor todo vale, que el corazón manda, que moriría por “ella-él”, que los que se pelean se desean…
Lo vemos en canciones de todos los estilos, desde “la tortura” de Shakira a ritmo de pop, pasando por el rock con “Every Breath You Take” de The pólice, hasta el rap con “love the way you lie” de Eminem y Rihanna
Lo vemos en míticas películas, series o programas, especialmente las que son una oda al amor y nos recomiendan para ver estos días de San Valentín como pueden ser “Love Actually”, “A tres metros sobre el cielo”, o en series famosas como “Friends” y “Cómo conocí a vuestra madre” o incluso en programas de alta audiencia estos días como “la isla de las tentaciones” donde dicen poner a prueba relaciones de amor y hablar sobre el mismo y exhiben todas las conductas de las que estamos hablando que nos tendríamos que replantear de manera profunda.
Lo vemos, lo vivimos, lo sentimos y lo reproducimos porque es la forma en la que aprendemos a relacionarnos…hasta que de tanto doler quizás uno empieza a analizar todos estos mensajes, la trampa que conllevan.
A nivel social, a través del tiempo hay formatos que han ido cambiando en torno a todo esto, pero el mensaje de fondo parece permanecer y seguir con nosotros si analizamos todo lo que nos llega sobre lo que es el amor y las relaciones. Los mitos del amor romántico y toda su permeabilidad en el día a día.
Quizás plantearse una relación saludable tras todo el pesimismo que se puede traducir de lo anteriormente citado pueda parecer imposible, aunque ciertamente no lo es y tanto es así, que el objetivo planteado a través del mismo es justo el contrario, es poder permitirnos estar alerta a los mensajes que estamos recibiendo, al aluvión de estereotipos que no tenemos por qué perpetuar, al sufrimiento que nos conlleva y a que quizás, solo quizás, con todo esto algo nos haga click y nos apetezca indagar más desde la curiosidad, desde una posición de poder entender y desde ahí mover las piezas que cada uno considere en su imaginario, en su vida, en sus relaciones…
Desde aquí ahora surgen las preguntas ¿cómo hago?, ¿cómo sigo? ...pues el primer paso ya lo has dado si te estás permitiendo plantearte lo que piensas, crees, sientes, percibes, haces, etc. con respecto a estos mensajes que recibimos y damos, con respecto a cómo nos relacionamos. Esta curiosidad, este espíritu crítico de entendimiento y procesamiento cambia las cosas. Estos mensajes han entrado, pues campan en nuestro medio, forman parte del imaginario colectivo y por ellos nos regimos, plantearnos su veracidad, su aplicabilidad a mi vida, como me afectan y hasta que punto me gustan. Es el primer paso necesario de cualquier cambio posible.
Tras este paso de toma de conciencia y planteamiento podemos ir haciendo pequeños cambios e ir viendo como nos vamos sintiendo con ellos y como nuestras relaciones cambian, pues nuestras relaciones están atravesadas por algo innegable, no estamos solos en el mundo. Nos movemos en relaciones e ir viendo con estos cambios que voy haciendo van cambiando las relaciones que mantengo, como se van moviendo a otros estadios diferentes es una manera de facilitar que esos cambios se vayan haciendo sostenibles y amplificables para mejorar mi día a día.
Este proceso de ir planteándome los mensajes que recibo cuales son veraces y cuales no lo son tanto para mí, cuales me quiero aplicar y cuales decido ir cambiando y a través de esto ir cambiando mi forma de relacionarme conmigo y con el otro es un proceso costoso y que me va a conllevar tiempo, esfuerzo y dificultades, además de que las revisiones son constantes, una vez tiro una ficha de dominó de la estructura las otras se van a ir moviendo y voy a ir reevaluando… La pregunta aquí sería entonces ¿vale la pena el esfuerzo? Quizás lo que no vale la pena es vivir las relaciones de una manera dolorosa, quizás lo que nos vale es la alegría…
Una relación sana es una relación con un vínculo de apego seguro y con ello es una relación en la que sentimos paz porque el otro está, en la que sabemos que no somos iguales a la otra persona y con ello puede haber problemas, malentendidos o discusiones pero en la que el otro nos acepta y nos trata con respeto a pesar de las diferencias y nosotros por ende también lo hacemos, una relación en la que si hay dificultades se enfrentan juntos, no lucho contra el otro por tener yo la razón o que se valide mi posición…
En una relación saludable confiamos el uno en el otro y nos podemos contar las cosas, además mis necesidades y problemas son expresados, no espero que el otro los adivine y si no lo hace me enfado porque no me entiende, pues el otro no es un adivino y necesita información, que no la tenga no es señal de que no estamos hechos el uno para el otro sino de que quizás podemos comunicarnos más.
En una relación saludable no se utilizan los celos para conseguir atención o poder sobre el otro, se acogen y cuidan los miedos inseguridades de cada uno de los miembros de la relación y se va aumentando la confianza el uno en el otro, se trabaja en construir seguridad de manera conjunta. En una relación saludable se hablan las dificultades, se escucha al otro y se reflexiona juntos, se valida juntos e intentamos escoger soluciones en las que ambos sintamos que nos vemos reflejados…
En una relación saludable a veces hay momentos que duelen, pero no vienen dados por inseguridades o daño intencionado de la otra parte en forma de ver quién controla a quién. En una relación saludable tengo que trabajar mucho por hacerla así, por comunicarme, por entender, por cuidar, por estar, pero no a costa de mi propia salud o de mi persona y nunca vivirla como un sacrificio sin retorno hecho por la otra persona, sino como una co-construcción de un camino que andamos juntos de la mano.
Y así podríamos seguir durante bastantes páginas, analizando si todos estos mensajes que recibimos que describen lo que es un gran amor o una relación perfecta están, cómo son y en qué se basan y cómo no coinciden lo que es una la relación saludable y que no duela… Pero resulta más interesante quizás dejar aquí la exposición con una propuesta, con un planteamiento y sin tanta respuesta que espero que el lector pueda rellenar con sus propias conclusiones.
Queremos dejar claro que este artículo revisa relaciones basadas en una dupla, una relación entre dos personas, y con los referentes expuestos habitualmente de formato tradicional, pero que para las relaciones saludables estos términos se pueden aplicar exactamente del mismo modo tanto para las nuevas maneras de relacionarnos que se están planteando y poniendo sobre la mesa en formato como en número de integrantes. Cuestiones más amplias sobre la apertura de posibilidades en estas áreas las revisaremos más adelante.
El área de cómo mantener relaciones saludables es bien cierto que presenta un gran reto, que puede resultarnos complicado de aterrizar en conductas concretas o formas de vivir nuestro día a día, con esta premisa dejar la puerta abierta para que aquellas personas que leyendo este artículo se sientan con dificultades puedan consultarnos aquello que necesiten o solicitar una cita para terapia individual o de pareja si así fuera necesario.
Iremos desglosando otros aspectos de las relaciones amorosas, tanto otras áreas de las de pareja, como de otros tipos de relaciones en las que vivimos todos en futuros artículos. Si os interesa alguno en especial o queréis que podamos hablar o introducir algún tema estaremos encantados de recibir vuestras inquietudes, podéis dejarlo escrito en los comentarios del post y se atenderán.
Me gustaría dejaros con la siguiente frase que por sencilla quizás resume a la percepción todo aquello que he intentado ilustrar en estas letras “Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección” Antoine de Saint-Exupéry.
Psicóloga Adultos y Parejas