A la hora de producir los diferentes sonidos que conforman nuestro lenguaje intervienen diferentes órganos cuyos movimientos debemos coordinar para conseguir una correcta articulación. Además, controlar la respiración y el soplo también son importantes per emitir los sonidos del habla.
Adquirir una buena coordinación y agilidad en los órganos de la articulación es, por lo tanto, necesario para hablar de forma correcta. Realizar con los niños ejercicios o juegos de motricidad bucal favorece que adquieran mejor los fonemas o sonidos del lenguaje, ya que les ayuda a conseguir flexibilidad y agilidad, así como un buen control de los movimientos labiales, linguales y mandibulares.
Podemos realizar con ellos juegos de respiración y soplo, como por ejemplo apagar velas, soplar molinillos, hacer sonar instrumentos musicales (silbatos, flautas, trompetas), inflar globos, formar pompas de jabón, soplar a través de pajitas a bolitas de papel de seda o a pelotas de pin-pon. Para que trabajen la inspiración por la nariz con la boca cerrada, podemos darles a oler colonias, flores, alimentos, etc.
Algunos de los ejercicios labiales y linguales que pueden realizar son barrer el paladar con la lengua como si fuera una escoba, hacer chasquidos con la lengua en el paladar, sacar y meter la lengua a diferente velocidad, mandar besos fuertes y flojos, poner morro y sonrisa con los labios, chupar helados o piruletas (reales o imaginarios).
Otros juegos o ejercicios que les encanta son las repeticiones de onomatopeyas. Para ello podemos realizar los sonidos de los animales (piar de los pájaros, ladrido del perro, croar como las ranas); de objetos cotidianos o vehículos (teléfono, martillo, despertador, campanas, coches, motos, sirena); o sonidos de su propio cuerpo (reír, llorar, estornudar, toser, roncar) y sonidos del medio ambiente (lluvia, trueno, viento).
Estos juegos son fáciles de realizar y muy divertidos y amenos para los niños.
Psicóloga. Máster en Logopedia