Sufrir ansiedad ante la comida no es nada nuevo: de hecho es algo muy habitual siempre que llevamos una dieta sumamente restrictiva. Los meses cercanos al verano, cuando nos damos cuenta de que hemos pasado la mayor parte del año sin cuidar nuestra alimentación y queremos darle un empujón rápido a la bajada de peso, son los más propensos para que aparezca la ansiedad. Nos sometemos a dietas demasiado hipocalóricas, que excluyen alimentos o nutrientes y que generan poca adherencia y, a corto o largo plazo, aparece la ansiedad por la comida.
Cuando nos ceñimos a una dieta que nos dice qué y cuánto comer, dejamos de tener presentes señales internas de hambre, plenitud y satisfacción y pasamos a funcionar en base a las señales externas de ese plan dietético.
Después de años de dieta, al final ya no somos capaces de saber si lo que sentimos es hambre física o es el estrés y las emociones manifestándose en el cuerpo.
El hambre física se manifiesta en el estómago en forma de ruidos o vacío, y en el cuerpo en forma de sensación de baja energía y dificultad de concentración.
En cambio, cuando lo que sentimos es hambre emocional, el estómago está tranquilo, aunque es cierto que podemos sentir algunas sensaciones que pueden ser confundidas con hambre física, como un nudo en la boca del estómago, sensación de opresión o de inquietud en la parte baja del tórax. Es fundamental entender que el vínculo que establecemos con la comida no es otra cosa que nuestra forma de percibir el mundo. La comida es un vínculo y como tal está cargado de cuestiones culturales, emocionales y sociales.
La relación entre la alimentación y la emoción varía según las características particulares de la persona y su estado emocional específico. El comer conducidos por nuestras emociones es cuando utilizamos la comida como una forma de manejar los sentimientos en lugar de satisfacer el hambre.
Recuerda que el hambre emocional no puede ser llenado con alimentos, si comer es tu principal mecanismo para afrontar tus problemas emocionales necesitas ayuda. Puedes sentirte bien momentáneamente, pero los sentimientos que te empujaron a comer quedan allí.