El reflejo de tu salud emocional en tu sistema digestivo

Dolor sistema digestivo

Gases, hinchazón, cambios en el ritmo intestinal, acidez, intolerancias, ¿te resultan familiares estos síntomas?

Según la fundación española del aparato digestivo (FEAD) casi la mitad de la población española padece algún tipo de problema digestivo. Probablemente nuestro estilo de vida, con hábitos poco saludables, (falta de ejercicio, tendencia a alimentarnos con comidas procesadas, estrés) hace que cada vez sea más frecuente, que las personas consulten a los profesionales de la salud, por enfermedades relacionadas con el aparato digestivo (como las gastritis, asociadas o no a la bacteria helicobacter, el SIBO, sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado, SII.  Síndrome del intestino irritable, entre otras).

 

Pero… ¿qué nos pasa?

Los seres humanos somos un sistema abierto en comunicación constante con el entorno, asimilamos y expulsamos. Existe un movimiento vital básico que encontramos expresado en la respiración o el latido del corazón. Fisiológicamente funcionamos en base a un mecanismo de acción/inhibición que se encarga por ejemplo de regular las secreciones hormonales, los jugos gástricos, los neurotransmisores. Así, desde la digestión, el movimiento de un músculo, o las descargas neuronales, todo funciona con un ritmo binario, en un equilibrio dinámico que hace funcionar correctamente los procesos vitales.

A nivel celular, cuando hay una agresión como toxinas, traumas, déficits nutricionales, aparece una reacción inflamatoria que forma parte del mecanismo de recuperación, si no desaparece el agente agresor, la inflamación se cronifica y va destruyendo los tejidos al impedir la correcta nutrición y eliminación de deshechos, e interfiriendo en su capacidad de regeneración.

El mismo equilibrio se expresa desde lo microbiano a lo social.

Entendemos fácilmente que viviendo en un entorno contaminado, con pocos recursos en lo material, afectivo e intelectual sea muy difícil mantener una armonía y bienestar personal, de la misma forma, un medio intestinal en descomposición y con exceso de tóxicos y patógenos genera un estrés fisiológico que desencadena multitud de problemas.

 

Entonces… ¿Influyen nuestras emociones en el sistema digestivo?

El eje intestino-cerebro es una vía de comunicación bidireccional que garantiza la homeostasis gastrointestinal e influye tanto en nuestro estado emocional como en las funciones cognitivas.

Este eje está formado por el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso autónomo, sistema nervioso central, sistema circulatorio, neuroendocrino, neuroinmune y también la microbiota intestinal.

Una comunicación adecuada entre los diferentes componentes del eje intestino-cerebro contribuyen a mantener una buena salud a lo largo de la vida.

Esta comunicación bidireccional  entre el tracto gastrointestinal y el cerebro es vital para el mantenimiento de la homeostasis. Por ello nuestro aparto digestivo mantiene una comunicación constante con nuestra mente a través del nervio vago. El sistema nervioso entérico, se encarga de controlar el sistema digestivo, está organizado y tiene capacidad de operar de manera autónoma, está compuesto por una red de unos 100 millones de neuronas y es notablemente independiente, no en vano se le llama el segundo cerebro.

En la actualidad se admite que el estado emocional repercute sobre la actividad gástrica y que emociones concretas producen reacciones específicas. Así, emociones como la ira, cólera, rabia o frustración se acompañan de incrementos en la actividad estomacal (en especial si la persona se calla y no expresa esas emociones), mientras que los estados depresivos y el miedo producen el efecto contrario (disminuyen la actividad del estómago. Estos cambios tienen lugar por acción del sistema nervioso central (SNC) que modula la actividad gástrica a través de diferentes sistemas.

Como el eje microbiota-intestino-cerebro tiene un carácter bidireccional, las situaciones de estrés y los estados emocionales negativos influyen en la función del intestino y en la comunicación que se establece entre los microorganismos y los sistemas homeostáticos, por lo que termina afectando también a la composición de la microbiota.

Como veis todo se relaciona, se mezcla, se influye, cuando no gestionamos bien una parte, la otra se resiente. Cada vez hay más evidencia científica  que una alteración en el eje intestino cerebro tiene repercusiones en nuestra salud física y mental.

 

Pero… ¿qué podemos hacer para cuidarnos bien?

Aprender a reconocer los signos de estrés en nosotros mismos es importante para corregir, si observas que tienes facilidad para ofenderte o discutir a todas horas, consumes alcohol o drogas, aumenta tu carga de trabajo, te sientes agotada emocionalmente, duermes mal, no terminas los proyectos que inicias, no tienes ganas de relacionarte con nadie, has perdido el sentido del humor y han aumentado los problemas físicos  cabe concluir que estas estresado. Vivir estresados nos pasa factura, nuestra salud se resiente, enfermamos, por lo que resulta imprescindible vigilar nuestros niveles de estrés si queremos gozar de buena salud física y mental.

Practicar el ejercicio físico de forma regular, meditar o usar otras técnicas de relajación, fortalecer las relaciones personales, contactar con la naturaleza, practicar la desconexión digital, alimentarnos bien, dormir y descansar lo suficiente, mimar el cuerpo, desarrollar buenos hábitos, todo ello depende de cada uno de nosotros. Revisa tu forma de vivir y anímate a practicar un buen autocuidado.

 

Psicóloga Marga Mateu

Psicóloga
Adultos y familias

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