Puede sonar manido ya… pero ¡cómo nos ha cambiado la vida en poco tiempo! Nos hemos visto obligados a modificar nuestra forma de trabajar, de relacionarnos, de ir de vacaciones, de disfrutar del ocio…
Los cambios suelen generar cierto miedo y malestar. Es una respuesta normal del organismo que le encanta la comodidad de lo conocido y se estresa con la incertidumbre. Necesitamos cierto nivel de equilibrio mental para poder gestionar nuestros proyectos vitales y mantener el bienestar emocional. Pero, a la vez, si queremos avanzar en esos proyectos vitales y en el crecimiento personal debemos aprender a adaptarnos al cambio de la mejor manera posible.
Vamos a hablar de algunas claves para adaptarse mejor a los cambios:
- La impermanencia: Ya decía Heráclito, en el 500 a.C. que Lo único que no cambia es el cambio. Hace referencia a que, en realidad, el mundo y nosotros mismos, estamos en constante cambio. Los humanos necesitamos esa sensación de permanencia para dar sentido a nuestro mundo, pero se van produciendo pequeños cambios constantes que sí somos capaces de integrar en nuestras rutinas cada día. Lo primero es tomar conciencia de este “Todo cambia, nada permanece”.
- El autocuidado. Cuando todo cambia a nuestro alrededor y nos vemos envueltos en esa vorágine de la incertidumbre, es importante mantener todo el bienestar posible. Saber cuidarnos a nivel físico y emocional (alimentación, deporte, sueño…) en función de nuestras necesidades del momento. Esto requiere cierto nivel de conciencia para darnos cuenta de cuáles son nuestras necesidades.
- Mindfulness. El mindfulness es una forma de mantenerse en el momento presente con curiosidad y aceptación, sin juzgar si es “bueno o malo”. Estas prácticas meditativas permiten una mayor conciencia de uno mismo y de la realidad en la que vivimos. De esta manera nos permite aceptar la situación y adaptarnos mejor en función de nuestras necesidades y lo que la situación concreta requiere de nosotros. Además, el mindfulness tiene otros beneficios como reducción del estrés, fomento de la creatividad, mejora la capacidad de concentración, etc. factores que favorecen el siguiente punto.
- Ejercitar la flexibilidad mental. Tener flexibilidad cognitiva nos permite adaptarnos a las nuevas exigencias de este mundo en constante cambio. Para ejercitar esta capacidad es importante analizar los cambios producidos y plantearnos todas las opciones posibles a nuestro alcance para generar el cambio necesario. Conversar con personas que piensen distinto a nosotros, elegir cada día un camino distinto para el trayecto a casa, pensar en cómo se inventaron determinados objetos cotidianos, pensar distintas formas de solventar un problema sencillo… Son buenas formas de ejercitar esta flexibilidad mental.
Estos consejos son importantes para que el cambio no se convierta en un miedo que paralice nuestro avance. Porque a veces los cambios no son solo sobrevenidos, sino que pueden ser deseables y buscados por nosotros mismos. El éxito en estos cambios dependerá en gran medida de nuestra capacidad de adaptarnos a las circunstancias.
“La especie que mejor sobrevive es la que mejor se adapta” (Darwin)