Cómo acompañar a las personas que sufren cáncer

Acompañar a las personas

Actualmente decir cáncer no es decir una enfermedad es referirnos a muchas enfermedades. Desde la piel hasta los huesos pasando por todos los órganos, pulmón, estómago páncreas…etc.) el cáncer afecta a todo nuestro organismo, por ello cada vez es más frecuente que todos conozcamos a una persona en nuestro entorno cercano que tiene que enfrentar esta enfermedad. Cada persona es un mundo, y por tanto cada uno le hará frente a la enfermedad desde sus propias circunstancias, recursos, valores y personalidad. Por eso no existe una receta única que indique cómo hemos de ayudar, cada persona necesitará su traje a medida.

Tengamos en cuenta que recibir un diagnóstico de cáncer tiene un impacto considerable en la persona, de entrada genera miedo, inseguridad y muchas dudas, no sólo en la persona que lo padece sino también en su familia y su entorno cercano, y a pesar de que un alto porcentaje de casos puede superarse con una detección temprana y un tratamiento adecuado, suele llevar aparejado un largo proceso, un recorrido donde afloraran todo tipo de emociones y sentimientos.

 

¿Qué sentimientos son frecuentes en este proceso?

Cuando uno recibe el diagnóstico de cáncer es normal sentir agobio, uno puede preguntarse si sobrevivirá, si tendrá forma de organizarse para ir a las citas médicas, si los médicos le dirán palabras que no entiendan, si ya no podrá disfrutar de cosas con las que siempre había disfrutado.

También podemos sentir enfado, y preguntarnos ¿por qué me ha tocado esto? ¿por qué a mí?, ¿por qué ahora? Incluso estar resentidos y enfadados con otros porque están sanos, y si se es religioso, también puede uno enfadarse con Dios.

El miedo y la preocupación también son habituales. Se suele experimentar miedo a morir, a sentirse enfermo, a tener dolor, a verse diferente por el tratamiento, a poder mantener un trabajo, a pagar las cuentas.

Otro sensación común es la culpa, las personas se pueden sentir culpables por molestar a sus seres queridos, faltar al trabajo, gastar dinero en el tratamiento del cáncer, ser una carga para su familia, y también por sentir envidia de la salud de otras personas, o elegir estilos de vida que creen que los llevaron a tener cáncer.

Tristeza, muchas personas se sienten tristes, sienten que pierden la salud y la vida que tenían antes del diagnóstico. En ocasiones esos sentimientos de tristeza, cansancio, agotamiento y desesperanza se vuelven más intensos, es entonces cuando la tristeza da paso a la depresión.

 

¿Pero cómo podemos acompañar a nuestros seres queridos en este camino? ¿Qué decir? ¿Qué hacer? Queremos ayudar y no sabemos cómo.

Presencia y escucha serán las coordenadas que nos orientaran en este recorrido.

Estar presente y disponible, es una de las maneras más efectivas de brindar apoyo. A veces podremos ocuparnos de tareas, como hacer la compra, sacar a pasear a las mascotas, cocinar, ir a la farmacia, podemos ofrecer una acción concreta, de esta manera evitamos que la persona ,que ya se siente abrumada con todo lo que tiene que enfrentar, también tenga que pensar en cómo podrías ayudarla tú. Es más sencillo si por ejemplo decimos: "puedo pasar a diario y sacar al perro por las noches a pasear un poco, de 20:30 a 21h, ¿va bien para ti?". En este caso la persona puede sentirse aliviada al descargarse de una tarea, o puede querer hacerlo por sí misma, pero sabiendo tú disposición, si un día se encuentra muy mal le será más fácil pedirte ayuda. El camino de superación del cáncer es largo y agotador, no sólo por su sintomatología y tratamiento, sino por el tiempo diario que requiere, analíticas, sesiones de quimio, revisiones médicas, todo consume tiempo, y obviamente deja menos para las rutinas cotidianas. Por ello nuestra colaboración en esas tareas permitirá que la persona pueda estar más enfocada en su proceso de recuperación.

Escuchar con el máximo respeto, sin juzgar, dialogar sin poner en tela de juicio las decisiones que la persona toma. Sin lugar a dudas, este es el primer paso para que una persona se sienta acompañada. A veces nos apresuramos a dar consejos, porque hemos escuchado que otras personas que pasaron por un cáncer hicieron esto o aquello y les fue bien, cuidado, no comparemos, cada persona es única, no todos los cuerpos reaccionan igual ante el mismo tratamiento, y además cuando estás mal no te ayudan las frases hechas. No le digas a la persona lo que debería hacer una y otra vez, es su cuerpo, y es su vida, respeta. Si te piden consejo ofrécelo pero sin confrontar.

Mostrarse dispuesto a escuchar es siempre bien aceptado. Animar a que la persona exprese sus sentimientos respecto a la enfermedad, sus temores, su cansancio, su dolor, su angustia, su rabia, compartir incluso lo que también nosotros sentimos es importante. Muchas veces, las personas cortan rápidamente la comunicación, con frases como: "no digas eso" ,"venga todo irá bien" , "no pienses así" y cambian de tema . Esto coarta la posibilidad de que la persona se desahogue, y aumentamos su sentimiento de soledad, los dejamos solos con sus sentimientos teniendo que hacerse los fuertes para que nosotros no nos derrumbemos. Sería preferible compartir, y expresar con libertad lo que llevamos por dentro. A veces nos es difícil encontrar las palabras, pero gestos como los abrazos, cogernos de las manos o mirarnos a los ojos también expresan sentimientos.

Cuando queremos ayudar le decimos al otro cómo ha de vivir su vida, cómo si nosotros tuviéramos la fórmula para que todo fuera bien, pero en estos casos, cuenta mas escuchar que decir. Estar dispuesto a escuchar cuando no tenemos soluciones, cuando no hay certidumbre, cuando no sabemos , no es sencillo pero ayuda.

Otra forma igualmente válida de ayudar es invitar a la persona a realizar actividades que vayan más allá de lo que tiene que hacer para curarse. Es fácil quedarse atrapado en el rol de enfermo cuando la mayor parte de nuestro tiempo la estamos dedicando a actividades que tienen que ver con sanarnos. Por esta razón, recordarle a la persona que es más que su enfermedad, ofrecerle hablar y hacer cosas que no tengan nada que ver con su tratamiento, puede ser un respiro, y una manera de coger fuerzas. Hablar de otros temas, salir a caminar, conocer un restaurante nuevo, reunirse con amigos comunes, practicar algún hobby durante un par de horas, puede significar una diferencia en su calidad de vida.

Finalmente, alentar a la persona a cuidar su salud mental y emocional, es crucial. La depresión y la ansiedad son frecuentes en quienes padecen cáncer por lo que animarles a hablar con los profesionales de la salud mental, que pregunten sus dudas, y que participen en los grupo de apoyo puede resultar muy beneficioso.

Acompañar a las personas que tienen cáncer requiere de sensibilidad, paciencia y actitud positiva, tener un conocimiento de los tratamientos y la posible evolución de la enfermedad, nos ayudará a ofrecer un apoyo más empático y práctico.

Si en estos momento tienes que acompañar a un ser querido en su proceso de afrontar la enfermedad, recuerda que lo que más valoran las personas en estas circunstancias es la escucha, la presencia y la disponibilidad.

Psicóloga Marga Mateu

Psicóloga
Adultos y familias

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