Una de las ideas que suelo tener más en la cabeza a la hora de trabajar en la consulta son los vínculos de apego. Explicar un tema como el Apego es complejo y profundo, por lo que voy a hacer un pequeño resumen introductorio para que te hagas una idea de dónde parte esta teoría y por qué es tan importante para nuestro desarrollo.
Venimos a este mundo con una gran cantidad de necesidades que han de ser cubiertas, la necesidad principal de un bebé es sentir que hay otra persona disponible de manera permanente para él, no sólo para obtener seguridad sino para lograr la supervivencia y la adaptación.
A mediados del siglo pasado, el psicólogo británico John Bowlby establece la teoría del apego: "los bebés se desarrollan mejor, social y emocionalmente, cuando forman un vínculo cercano con un cuidador principal, que lee sus señales y responde a sus necesidades de manera cálida, sensible y oportuna. Ese vínculo específico caracterizado por las cualidades de esa relación especial que se establece entre la madre y el bebé o el cuidador principal y el bebé, es lo que conocemos como apego" (Bowlby, 1969).
Al nacer, ninguno de nosotros somos capaces de regular nuestras propias emociones, es a través de la vinculación afectiva con el cuidador más próximo dónde aprenderemos a regular nuestro sistema emocional y los principales componentes que determinaran esta regulación son la proximidad, disponibilidad y seguridad alcanzada.
Cómo reflejo de la forma en que hemos sido vistos y sostenidos, vamos a interiorizar una serie de creencias auto-reverenciadas del tipo:
"Merezco ser querido", "valgo", "soy capaz de..", "puedo equivocarme", "estoy a salvo". O bien del tipo: "no valgo", "las cosas salen mal", "estoy en peligro", "nadie me entiende", "no soy visto".
¿De qué depende que desarrollemos un tipo u otro de creencias?
Cuando confiamos en que una figura de apego va a estar disponible siempre que la necesite, tenemos menos tendencia a sentir un miedo intenso o crónico que cuando carecemos de esa confianza.
La relación de apego es, entonces, aquella que vamos construyendo con la persona que mayoritariamente tiende a regularnos cuando estamos estresados: la persona que nos alimenta cuando tenemos hambre, la que nos hace dormir cuando tenemos sueño, la que sacia nuestras necesidades afectivas, la que nos calma cuando estados asustados, o cuando sentimos rabia. El no haber sido calmados y sostenidos al sentir perturbación o malestar, o que no nos haya cubierto nuestras necesidades básicas, bien porque no hemos sido consolados cuando nos hemos caído o bien porque nuestro malestar ha pasado inadvertido, nos lleva a crecer sintiéndonos inseguros, con dificultades para manejar la ansiedad, el enfado o la rabia cuando no obtenemos lo que esperamos, o a desconectarnos y/o enfadarnos cuando las cosas van mal, lo que ocasiona una gran dificultad a no adaptarnos a las diferentes situaciones.
Por tanto, estos lazos o vínculos afectivos que se establecen y perduran en el tiempo hacen que sintamos los primeros sentimientos positivos y negativos:
- Seguridad
- Inseguridad
- Afecto
- Abandono
- Confianza
- Miedo
La biología también tiene su papel, las zonas del cerebro que nos permiten formar y mantener relaciones se desarrollan durante los primeros años de vida.Se ha visto que la mejor estimulación que se le puede brindar a un niño para que estas estructuras se desarrollen bien es ayudarlos a regular sus emociones y conductas.
De tal forma que las experiencias durante estos primeros años son las responsables de cómo se desarrollen estas zonas en el cerebro para que podamos a lo largo de la vida formar relaciones intimas y emocionalmente saludables.
Las necesidades biológicas de apego son significativas a lo largo de toda nuestra vida, un sinfín de estudios han puesto de manifiesto que los patrones de apego en la infancia tienen efectos a largo plazo, cómo nos vinculamos hoy tiene que ver con cómo hemos aprendido a vincularnos en nuestro entorno y en función de ese vínculo, seremos adultos más seguros o inseguros a la hora de relacionarnos con los demás y a la hora de afrontar la vida.
Las relaciones entre adultos implica mucha mas complejidad, cuando establecemos una relación afectiva, de la naturaleza que sea, vamos a mostrar nuestro verdadero estilo de apego, nos acompaña en todas las relaciones cercanas, y la buena noticia es que se puede modificar, podemos aprender a construir relaciones en las que sintamos mas seguridad, podemos cambiar y romper el círculo.
Bowlby explicó que todas estas capacidades emocionales que vamos a poner en juego en las relaciones interpersonales afectivas, especialmente en las relaciones de pareja, como la capacidad de identificar y diferenciar las emociones, la capacidad de regularlas y hasta la más compleja de todas, la empatía, se desarrollan y aprenden, no nacemos con ellas. Por ello, conocer las características de estos modelos de apego en la relación nos abrirá la puerta para reflexionar sobre nuestras actitudes y barajemos la posibilidad de introducir cambios en las mismas que nos permitan vivir las relaciones desde la seguridad.
Los vínculos afectivos van dejando huella en nuestro caminar y son la base sobre la que construiremos nuestra historia vital.
Psicóloga y sexóloga