Existe un grupo específico de personas que por sus hábitos alimenticios han sido denominados comedores refrenados crónicos. Se caracterizan por experimentar un temor exacerbado a ganar peso, restringiendo su alimentación por medio de dietas. Paradójicamente, bajo ciertas condiciones estos individuos aumentan sus niveles de ingesta, sobrealimentándose. Se ha observado una tendencia a la desinhibición alimenticia en estos sujetos cuando se exponen a eventos estresantes.
La restricción crónica de la alimentación no representa un trastorno psicopatológico, aunque si supone un factor de riesgo importante para el desarrollo de los desórdenes de la alimentación.
Las investigaciones actuales sitúan a la restricción alimenticia y sus potenciales consecuencias (especialmente en condiciones de estrés crónico), como un factor altamente predisponente hacia el desarrollo de la obesidad. Al parecer, los fenómenos psiconeuroendocrinológicos que se originan a partir del estrés crónico, y que se encuentran acentuados especialmente en personas crónicamente restringidas en su alimentación, favorecen el desarrollo progresivo de aumento de peso.
Polivy y Herman (1999) sostienen que los “Dietantes Crónicos” atribuyen, erróneamente, la ansiedad relacionada con la amenaza de la autoestima y es reinterpretada como angustia por haber roto la dieta. Los estudios en esta línea de pensamiento muestran que los dietantes crónicos requieren modular sus estados afectivos negativos asociados a la amenaza de la auto-imagen, enmascarando el origen de la ansiedad, es decir atribuyen esos estados negativos al rompimiento de la dieta
La ansiedad es reinterpretada de una manera preferible; de una situación vivida como sin control a una situación potencialmente controlable (“mañana empiezo la dieta”). Por esta razón, estos autores afirman que el quiebre de restricción alimenticia es una forma de “enmascarar” la ansiedad.
Se podría por tanto concluir que los dietantes crónicos muestran un patrón de alimentación paradójico: si bien restringen usualmente su consumo de alimentos, bajo ciertas situaciones se sobrealimentan. Este patrón alimenticio supone por tanto una estrategia cognitiva para controlar situaciones estresantes. Bajo una aproximación psicobiológica, se mantiene que la sensibilidad al estrés es un aspecto esencial en la fisiología de los dietantes crónicos y que puede ser entendida como una predisposición biológica a desarrollar alteraciones en la regulación emocional.
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