Para la mayoría, redes sociales se han convertido en una parte inseparable de nuestra vida diaria. Nos conectan con amigos, nos inspiran con contenido de calidad, y nos mantienen informados en tiempo real. Pero, como era de esperar, no todo iba a ser bueno. Y es que las redes también tienen un lado oscuro. Por ello, adoptar un punto de vista crítico que nos ayude a manejar estas herramientas de manera más objetiva es clave para aprovechar los beneficios de las redes sin dejar que nos absorban.

Está claro que el uso de las redes tiene a su favor un sinfín de argumentos. Por ejemplo, pueden ser una fuente inagotable de aprendizaje y creatividad. Puedes descubrir nuevos hobbies, aprender sobre temas de interés y unirte a comunidades que comparten tus mismos valores. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Pasar horas deslizando en TikTok o revisando fotos en Instagram puede hacer que descuidemos nuestras relaciones personales, nuestras metas y, a veces, hasta nuestro propio bienestar. Y si no, pregúntate lo siguiente: ¿Alguna vez has experimentado ansiedad o tristeza al ver publicaciones "perfectas"? Ese fenómeno, conocido como comparación social, es uno de los efectos negativos más comunes y puede afectar seriamente a nuestra forma de vernos y, por ende, a nuestra autoestima.

Otro aspecto a considerar es cómo los algoritmos influyen en lo que vemos. Si interactúas con cierto tipo de contenido, las plataformas se encargarán de mostrarte más de lo mismo, creando lo que se conoce como “burbujas informativas”. Aunque puede parecer conveniente, esta dinámica nos limita y nos encierra en puntos de vista muy concretos, es decir, no nos hace ver la realidad con la heterogeneidad que la caracteriza, sino más bien “lo que queremos ver”, reforzando así nuestros gustos, opiniones y preferencias. ¿La solución? Busca activamente información diversa, sigue cuentas que te inspiren y recuerda que no todo lo que aparece en redes es real ni completo.

Por supuesto, no todo son malas noticias. Las redes también pueden ayudarnos a gestionar nuestras emociones si aprendemos a usarlas de manera consciente. Por ejemplo, seguir perfiles que promuevan el bienestar, la diversidad o el arte puede convertirse en una fuente de motivación diaria. También es importante ser honestos con nosotros mismos y hacer una pausa digital si notamos que algo nos afecta negativamente. Herramientas como temporizadores de pantalla o aplicaciones que limitan el uso pueden ser grandes aliadas para no perder el equilibrio.

Pero ¿cuándo deberíamos preocuparnos porque estén siendo contraproducentes? Si el uso de las redes comienza a alterar nuestro estado de ánimo constantemente, interfiere con nuestro sueño, o nos hace sentir atrapados en una dinámica de aislamiento, puede ser momento de buscar ayuda profesional. También es crucial prestar atención si somos víctimas de ciberacoso o si sentimos que las redes nos controlan más de lo que nosotros las controlamos.

Promover un uso crítico y consciente de las redes no solo mejora la calidad de vida, sino que también reduce riesgos asociados con el entorno digital. Las redes pueden ser grandes aliadas, pero tu bienestar siempre debe estar primero. Aquí te dejo resumidas algunas señales clave para saber cuándo sería una buena idea acudir a un profesional.

Señales de riesgo ante las que pedir ayuda profesional

• Cambios drásticos en el estado de ánimo después de usar redes sociales.
• Aislamiento social o evitación de actividades fuera del ámbito digital.
• Trastornos del sueño o alteraciones en la alimentación relacionados con el uso de estas plataformas.
• Dificultades para cumplir responsabilidades diarias debido al tiempo excesivo en redes.
• Episodios de ciberacoso o exposición constante a contenido dañino.

Las redes sociales no son ni buenas ni malas por sí mismas; todo depende de cómo las usemos. Reflexionar sobre nuestro tiempo en línea, consumir contenido de manera crítica y aprender a poner límites son pasos clave para mantener una relación saludable con estas plataformas. Es importante recordar que, si sientes que algo no va bien, pedir ayuda profesional no solo es válido, sino necesario.