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Las relaciones de pareja pueden ser una de las mayores fuentes de bienestar emocional o, por el contrario, convertirse en un foco de tensión y malestar si la comunicación no es adecuada. En una sociedad que nos bombardea con la idea de que el amor debe ser espontáneo y perfecto, muchas parejas se enfrentan a expectativas irreales sobre cómo debería ser su relación. Pero la realidad es mucho más compleja: el amor es un trabajo constante que requiere, entre otras cosas, una comunicación clara y efectiva.
La importancia de una comunicación saludable en la pareja
Las relaciones afectivas tienen un impacto directo en nuestro bienestar. Diversos estudios han demostrado que una relación de pareja estable y saludable contribuye a reducir el estrés, mejorar la salud mental y aumentar la esperanza de vida (Reis & Gable, 2018). Sin embargo, la idea de que el amor lo puede todo puede ser peligrosa, ya que invisibiliza la importancia del esfuerzo y la comunicación para mantener un vínculo fuerte. Como señala la psicóloga Sue Johnson (2019), "el amor no es suficiente si no aprendemos a comunicarnos de manera eficaz". Una pareja sana no es aquella que nunca discute, sino la que sabe gestionar sus conflictos de manera productiva. Evitar hablar de los problemas por miedo a la confrontación no los hace desaparecer, sino que los transforma en una bomba de relojería que acabará explotando en el momento menos esperado.
Expectativas irreales y presión social en las relaciones
En la era de las redes sociales, la presión por mostrar una relación perfecta es abrumadora. Instagram está lleno de parejas que parecen sacadas de un anuncio de perfume, siempre sonrientes, viajando por el mundo y publicando declaraciones de amor interminables. Esto genera una idea distorsionada de lo que es una relación real, donde también existen momentos de aburrimiento, discusiones y diferencias de opinión. Según Esther Perel (2017), "esperamos que nuestra pareja sea nuestro mejor amigo, amante apasionado, compañero de aventuras y terapeuta emocional, lo cual es una carga insostenible".
En este contexto, la comunicación se convierte en una herramienta fundamental para evitar malentendidos y gestionar expectativas de manera realista. Una relación sana no es aquella que se ajusta a un ideal inalcanzable, sino la que encuentra su propio equilibrio basado en el respeto y la complicidad.
Errores comunes en la comunicación de pareja (y cómo evitarlos)
- La lectura de mente: "Si me quisiera de verdad, sabría lo que necesito sin que se lo diga". Error. Nadie, por muy enamorado que esté, tiene poderes telepáticos.
- Solución: Expresar abiertamente lo que se necesita y evitar asumir que la pareja lo sabe sin que se lo digamos. Una frase útil podría ser: "Me gustaría que pasáramos más tiempo juntos, ¿te parece si organizamos algo especial esta semana?".
- Las discusiones en caliente: Cuando una discusión se convierte en un intercambio de reproches sin control, es difícil que termine bien.
- Solución: Tomarse un respiro antes de responder, evitando actuar impulsivamente. Decir "Necesito unos minutos para calmarme y poder hablar mejor de esto" puede evitar que una discusión escale innecesariamente.
- Los mensajes ambiguos: "Haz lo que quieras" puede significar muchas cosas distintas según el tono, desde "me da igual", "hazlo, pero me molesta" hasta "si lo haces, habrá consecuencias". La ambigüedad es enemiga de la buena comunicación.
- Solución: Ser claro y honesto sobre lo que se piensa o siente. Un "Preferiría que hiciéramos esto juntos, pero si quieres hacerlo solo, lo entiendo" es más efectivo.
- El uso excesivo del móvil: En muchas parejas, la convivencia se reduce a compartir sofá mientras cada uno está absorto en su teléfono.
- Solución: Establecer momentos sin pantallas para conversar de verdad. Puede ser útil instaurar "la hora sin pantallas" antes de dormir.
- Evitar los problemas en lugar de solucionarlos: Acumular pequeños conflictos sin resolver puede convertirlos en grandes problemas. Rehuir las conversaciones difíciles y evitar ciertos temas por miedo a la reacción del otro solo retrasa los problemas.
- Solución: Abordar los conflictos de manera temprana, con calma y respeto tanto a mí como al otro. No esperar a estar al límite para hablar de lo que molesta.
- Expectativas poco realistas sobre el otro: Pensar que nuestra pareja debe entendernos y actuar como imaginamos en todo momento sin mediar ningún tipo de comunicación puede generar frustraciones.
- Solución: En primer lugar, como base, tener en cuenta que nadie es perfecto y que una relación es un trabajo en equipo, donde ambos deben ceder y aprender juntos. En segundo hablar de necesidades y deseos de forma abierta y clara para poder saber que es lo que estamos esperando el uno del otro, lo que coincide y lo que no, para ver de que manera podemos ir perfilando y ajustando necesidades y maneras.
- Uso de ironía o sarcasmo en momentos inadecuados: "Vaya, qué sorpresa que hayas lavado los platos por primera vez en meses" puede ser una broma, pero también generar resentimiento.
- Solución: Ser directo y evitar comentarios pasivo-agresivos como el que precede. En su lugar podríamos hablar, por ejemplo, sobre las necesidades que tenemos en el reparto de tareas domésticas y sobre las cuestiones a mejorar en el mismo. Este tipo de comentarios agreden al otro, más que invitarlo a conversar sobre lo que necesito, por ello me dificultan poder obtenerlo, así que presumiblemente sea más probable que nos lleven a estar más lejos de las necesidades iniciales todavía, agregándonos mayores dificultades.
- Interrumpir y no dejar hablar: Terminar las frases del otro o no dejar que se explique genera frustración en el interlocutor y hace más probable que limite la expresión de sus gustos, opiniones o necesidades en las subsiguientes ocasiones.
- Solución: Practicar la escucha activa y dar espacio para expresarse, interesándonos genuinamente por aquello que tiene que decirme. También es importante enmarcar a mi pareja en que momentos tengo motivos para limitar la comunicación, como otras necesidades, otros horarios, cansancio etc. y buscar momentos para poder realizar el encuentro, que ahora por esos motivos no le puedo ofrecer.
- No validar las emociones del otro: "Estás exagerando" o "No es para tanto" minimizan lo que siente la otra persona y se puede generar un daño en la relación, especialmente en las relaciones de pareja pues se está invalidando lo que siente la otra persona. Puede hacer que mi pareja se sienta incomprendida y tenga sentimientos de soledad, resentimiento o frustración con respecto a mí, con quien está intentando compartir sus emociones, además de agravar la escalada de conflictos.
- Solución: Mostrar empatía y reconocer las emociones de la pareja, es decir, ponerse en el lugar de la otra persona e intentar entender cómo se siente sin juzgar ni minimizar su experiencia. En lugar de restar importancia a lo que está viviendo, es fundamental reconocer y validar sus emociones, incluso si uno no las entiende completamente. Esto no significa que siempre se esté de acuerdo con la forma en que la otra persona se siente, pero se está reconociendo su derecho a experimentar esas emociones. A veces, un simple "entiendo que te sientas así" o "me parece que te molesta mucho esta situación" puede ser muy útil. También es importante ofrecer apoyo emocional y mostrar que uno está allí para la persona, ya sea para hablar, buscar una solución o simplemente estar junto a ella en ese momento. Este enfoque no solo mejora la comunicación en la relación, sino que también fortalece el vínculo emocional, ya que la pareja siente que es escuchada, respetada y comprendida.
Consejos prácticos para mejorar la comunicación en pareja:
- Fomentar la escucha activa: No se trata solo de oír, sino de entender realmente lo que la otra persona dice, poner en la conversación nuestra atención, sin interrupciones ni distracciones. Para reforzar la comunicación, parafrasear lo que el otro ha dicho puede ayudar para asegurarnos de haberlo entendido bien: "Entonces, lo que me quieres decir es que te preocupa que pasemos poco tiempo juntos, ¿verdad?".
- Evitar los "tú siempre" y "tú nunca": Generalizar con frases como "tú nunca me escuchas" o "tú siempre te olvidas de todo" generan una respuesta defensiva en el otro. En su lugar puede ser mejor para llegar al otro usar frases que se centren en hechos concretos y en cómo estos nos hacen sentir a nosotros, por ejemplo "Me siento ignorado/a cuando te digo que esto me preocupa y no me respondes".
- Incluir el humor: No se trata de reírse de los problemas ni de nuestra pareja, sino de desdramatizar ciertas situaciones para reducir la tensión. Reír juntos puede aliviar tensiones y fortalecer la conexión. A veces, un simple "Venga, admitamos que esto nos pasa por intentar montar un mueble de Ikea juntos" puede aliviar una discusión absurda. Pero ojo, el humor debe ser compartido y no utilizado para minimizar los sentimientos del otro.
- Practicar la gratitud: Apreciar los pequeños gestos del otro y expresarlo fortalece la relación. Verbalizar las cosas positivas que hace nuestra pareja puede ayudar a dar valor y reconocimiento a los esfuerzos que se hacen en el día a día y que redundan en que nuestra relación y nuestras vidas sean mejores. Un "Gracias por preparar la cena" o "Me encanta cómo me apoyas en momentos difíciles" o un reconocimiento sincero puede marcar la diferencia.
- Respetar los espacios individuales: Una relación sana se construye sobre el equilibrio entre la conexión y la independencia. Pasar tiempo juntos es importante, pero también es clave darnos espacio para que cada uno tenga sus propios intereses y amistades independientes.
- Aprender a negociar y ceder: La relación de pareja no es un campo de batalla donde uno gana y otro pierde, es un espacio de acuerdos donde ambos deben ceder en ciertos momentos. No siempre se puede ganar en una discusión, ni imponer nuestra visión sobre todas las facetas de nuestra vida en pareja. Buscar soluciones en las que ambos nos sintamos cómodos, sabiendo que en ellas a veces tendremos una visión común pero que en algunas necesitaremos empatizar con las de la pareja y acercarnos más a su visión y necesidades y que por ende en otras también mi pareja tendrá que hacerlo conmigo es clave.
- Usar un "tiempo de pausa" en discusiones intensas: Si la conversación se calienta demasiado, hacer una pausa y retomarla con más calma ayuda a evitar decir cosas de las que luego nos podamos arrepentir.
- Asegurarse de que ambos se sientan escuchados: En una conversación, es importante que ambos tengan la oportunidad de expresar su punto de vista sin ser interrumpidos, también poder decirle al otro lo que hemos entendido de lo que nos ha comentado para poder verificar si hemos podido ponernos en sus zapatos y comprender sus motivos puede ayudarnos a conocernos mejor y aprender de nuestro vinculo.
Cómo discutir bien en pareja
Los conflictos en pareja son inevitables, pero la manera en que se gestionan puede marcar la diferencia entre fortalecer la relación o debilitarla. Aquí te dejamos algunos principios clave para discutir de manera saludable:
- Elegir el momento adecuado: Discutir cuando ambos están agotados o bajo estrés solo aumenta la tensión, igual que si es un momento previo a tener que realizar alguna obligación y hay muy poco espacio temporal, como a 5 minutos de tener que salir hacia el trabajo. Buscar un momento en el que ambos puedan hablar con calma y tomarse tiempo para aclarar las cuestiones importantes.
- Evitar la crítica destructiva: En lugar de decir "siempre haces lo mismo, eres insoportable", reformular en términos de sentimientos, sin descalificar al otro: "Cuando esto pasa, me siento frustrado/a y lejos de ti".
- Controlar el tono y el lenguaje corporal: Gritos, gestos agresivos o miradas de desprecio pueden empeorar cualquier conflicto. Mantener una actitud abierta y evitar actitudes defensivas.
- No acumular resentimientos: Sacar a relucir conflictos pasados y ya hablados en los que llegamos a acuerdos en cada discusión impide solucionar el problema presente, pues vamos saltando de tema en tema, dejando claro al otro que estamos en ese tema intentando ganar la razón y por ello sacamos todo nuestro arsenal de veces pasadas, en lugar de poder comprender y llegar a una solución común. Para no caer en este error hay que intentar enfocarse en un solo tema cada vez.
- Buscar soluciones en lugar de ganar: Una discusión no es una competición para poder ganar a mi pareja, recordemos que somos compañeros de vida, no enemigos o competidores contra los que debemos quedar en primera posición. Enfocarse en encontrar soluciones que funcionen para ambos en lugar de intentar "tener razón".
- Reafirmar el vínculo después del conflicto: Un abrazo, un gesto cariñoso, un "te quiero" o una caricia después de una discusión ayudan a reforzar la relación y demostrar que el conflicto no pone en riesgo el amor que sostiene la pareja, a pesar de las diferencias o dificultades que puedan surgir. En este punto además añadiría que darse muestras de afecto diarias, no solo tras una discusión y no descuidar el tiempo de calidad juntos son claves para mantener la conexión emocional y que de esta manera nuestro vínculo pueda sostener de manera más tranquila las diferencias y los inconvenientes que puedan surgir.
Reflexión final
Las relaciones de pareja requieren trabajo, paciencia y una comunicación sincera. Es importante cuestionar los mitos del amor romántico y entender que una relación sana no significa ausencia de conflictos, sino la capacidad de gestionarlos de manera constructiva. Como bien dijo el psicólogo John Gottman (2015), "las parejas felices no son aquellas que nunca discuten, sino las que han aprendido a discutir bien".
Si sientes que tu relación necesita mejorar en este aspecto, en nuestra clínica podemos ayudarte a desarrollar estrategias de comunicación eficaces. Porque el amor no es solo cosa del corazón, sino también de la cabeza.
Psicóloga Adultos y Parejas