Es hora de dormir, y comienza las tensiones en casa, los pequeños no ven el momento de irse a la cama, y los padres están cansados de las numerosas tareas realizadas a lo largo del día. Por lo que ponemos todos nuestro esfuerzo para conseguir nuestro objetivo que es que podamos descansar, y para ello nos mostramos inseguros y cambiamos cada momento la rutina y las pautas para ir a dormir, lo que crea desconcierto en nuestros peques, todo esto lo que hace es alejarnos cada día más de conseguir nuestro objetivo.
Las dificultades en el sueño, aparecen a lo largo de las distintas etapas de los niños. Sobre los cuatro años los niños duermen del tirón sin reclamar la atención de sus padres. Hasta ese momento son frecuentes los despertares nocturnos, rabietas por irnos a la cama o la necesidad de la compañía de los padres para conciliar el sueño. Los niños van aprendiendo hábitos en las distintas etapas de desarrollo, ante las dificultades del sueño, el crear una rutina y enseñar al pequeño a iniciar el sueño favorece notablemente el ritmo de sueño del niño y por lo tanto el de los padres. En ocasiones nos sentimos desbordados porque esas dificultades en el sueño provocan complicaciones en la dinámica de la familia, por lo que sería aconsejable consultar con el psicólogo para un asesoramiento.
Pero hay que resaltar que en los niños también aparece trastornos del sueño como los terrores nocturnos (gritar, llorar con los ojos abiertos pero estando dormidos), pesadillas recurrentes, sonambulismo, bruxismo (rechinar de los dientes)… sería necesario la evaluación y asesoramiento del psicólogo infantil.
A través del tratamiento en problemas de sueño, el niño consigue adquirir un hábito de sueño adecuado, mejorar las tensiones afrontando los miedos y las inseguridades, prevenir desgaste del esmalte en caso del bruxismo.