Aprender a vivir en cuarentena

Cuarentena en casa

Y de repente, nos vemos obligados a parar, a dejar de vivir como lo hacíamos antes...para construir un estilo y una dinámica de vida distinta.

En la que no debemos olvidar, que los abrazos están limitados, que la compañía puede estar restringida y que la incertidumbre se torna protagonista. Y todo ello como si estuviéramos preparados, como si nuestro cerebro supiera hacerlo.

La situación es complicada, lo es y mucho. Brotan emociones incómodas…la angustia, la tristeza, la ansiedad…. y ¿se supone que tenemos que saber vivir así de repente?

La respuesta es no. Y así pasan los días, en casa y entre emociones. Mientras la información y las noticias siguen su curso, nosotros tratamos de poner un orden que de sentido a todo esto.

Y ahí estas tú, en este nuevo estilo de vida que tratas de tejer a velocidad de la luz porque la situación así lo requiere. Pero no nos olvidemos, tenemos derecho a no saber hacerlo, a dudar, a equivocarnos.

Tratemos de ir aún más lejos, ¿qué ocurre si además padecemos un trastorno de conducta alimentaria? Pues supone añadir, la presión y la angustia de la enfermedad, y ya sabes que ésta aprovecha cualquier grieta emocional, para prometerte alivio.

Y como si de una estrategia se tratara, de repente y sin previa señal de hambre, te encuentras comiendo aquello que se supone que no deberías comer. Sorprendiéndote la culpa apareciendo en escena, obligándote a recurrir a otros métodos para conseguir ese estado tan "deseado" de sentir vacío o para parar el tiempo, situándote en un nuevo punto de partida.

Un punto de partida con apariencia de gran oportunidad, pero que en realidad te obliga y te exige que jamás volverás a hacerlo, que tomarás las riendas de tu vida, y todo ello bajo la eterna promesa de no “pasarte”.

Y, ¿se supone que debes también saber vivir en cuarentena sin la enfermedad de repente?

La respuesta vuelve a ser no. Te diré que puedes estar así, pero no nos engañemos, esto hace solo que complicar más la situación. Y esto sí que no nos lo podemos permitir.

Pero tranquila, tenemos algo que a veces se nos olvida y se llama autocuidado. A veces se nos olvida, porque está en ese último cajón donde nunca miramos o porque alguien nunca nos dijo que existía o porque no nos enseñaron a abrirlo.

¿Pero te imaginas como sería pasar la cuarentena permitiéndote dudar, equivocarte o sentir malestar? No cambaría la situación, pero generaría calma y, sobre todo, la libertad de no tener que quitarnos de encima esas emociones desagradables.

Porque igual que llegan, también se van, como si fueran olas.

Algunas de ellas pueden ser pequeñas y darán ganas de meterte en el mar y jugar con ellas. Otras, por el contrario, pueden llegar a ser muy grandes, rompiendo en la playa haciéndote sentir muy vulnerable. Sin embargo… las olas, como las emociones, no son eternas y todas acaban disolviéndose en la arena.

La cuarentena, como las emociones, pasará. Y bajo el paraguas del autocuidado, sentirás ese alivio que a veces necesitamos. Trata de ejecutar un plan, donde el alimento este asegurado y las apetencias también. Recurre a un horario, que te guíe y estructure; retoma aquel libro que no terminaste; practica actividad física…pero sobre todo permítete pedir ayuda cuando lo necesites. 

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