En algún momento de nuestras vidas, todos hemos experimentado la sensación de estar pegados al teléfono esperando un mensaje, una llamada, una oportunidad o una oferta. Ya sea a nivel sentimental, laboral o, como profundizaremos a continuación, debido a la necesidad de obtener algo que parece limitado. Esto último lo experimentamos varias veces al año, fruto de la creación de estrategias de marketing que fomentan las compras en periodos concretos, como pueden ser las Rebajas, San Valentín, las Navidades o, de los últimos en sumarse al carro, el Black Friday. A través de este artículo vamos a explorar cómo este fenómeno impacta en nuestras decisiones de compra y, sobre todo, cómo podemos enfrentarlo sin acabar gastando de más.
El Black Friday es uno de esos días que tiene a millones de personas en todo el mundo pegadas a las pantallas y recorriendo tiendas, a la caza de la mejor oferta. Pero, ¿qué nos pasa realmente en el cerebro y en el bolsillo durante esta jornada de consumo tan intensa? Lejos de ser un simple "viernes de descuentos", el Black Friday es una fiesta en el cerebro que el marketing y el capitalismo han orquestado con precisión. A través de tácticas psicológicas y neurológicas, nos llevan a sentir una especie de “felicidad en oferta” que, si no controlamos, termina saliéndonos más caro de lo que teníamos planeado.
Desde anuncios en redes sociales, correos electrónicos, hasta las alertas constantes en nuestros teléfonos, todo está diseñado para mantener nuestra atención y generar un sentido de urgencia. El objetivo es claro: que compremos de inmediato y en cantidades que quizás no teníamos previstas.
En el momento en que vemos ese “50% de descuento” en el producto que hemos deseado (o ni siquiera pensado en comprar), el cerebro reacciona liberando dopamina, el neurotransmisor de la felicidad y la recompensa. Esta activa una especie de mini subidón de placer que nos hace sentir increíblemente bien… al menos hasta que llega el extracto bancario.
Este mecanismo de recompensa se refuerza con la anticipación, ya que el Black Friday es anunciado semanas antes, generando emoción y dopamina por adelantado. El cerebro espera la recompensa y, cuando llega, se produce un "premio" que nos motiva a seguir comprando. En otras palabras, cada oferta es como una pequeña victoria que el cerebro celebra, llevándonos a llenar el carrito de compras casi sin pensarlo.
Las empresas conocen cómo funciona el sistema de recompensa, y se aprovechan de ello a través del marketing. La clave es crear una sensación de escasez y urgencia que active en nuestro cerebro el miedo a perder una oportunidad (también conocido como FOMO, por sus siglas en inglés, “Fear Of Missing Out”). Estrategias como “últimas unidades”, “solo hoy” o “hasta agotar stock” nos llevan a actuar rápidamente. El cerebro reacciona como si estuviera en riesgo de perder algo valioso, lo cual desencadena una respuesta emocional fuerte que reduce la lógica y aumenta el impulso de compra.
Todo ello, en combinación con el efecto de anclaje, donde se muestra el precio original junto al rebajado, hace que nuestro cerebro perciba una ganga. ¿El resultado? Nuestro juicio queda algo “nublado”, y nos sentimos casi obligados a aprovechar la oportunidad para no “perder dinero”.
Por si fuese poco, no solo estamos expuestos a ofertas, sino también a una avalancha de personas compartiendo sus compras y hablando sobre lo que adquirieron en redes sociales. Esto activa en nuestro cerebro una serie de neuronas espejo, que nos hacen sentir que debemos participar en este evento para no quedarnos fuera. Además, el capitalismo de consumo utiliza este “efecto de arrastre” para reforzar la idea de que gastar en Black Friday es un rito anual que todos debemos seguir. Y es aquí donde se genera ese fenómeno social por la necesidad de pertenencia a un grupo.
Pero, entonces ¿Es posible disfrutar del Black Friday sin terminar arruinado? Afortunadamente sí. Aquí tienes algunas pautas que pueden resultar útiles para evitar un exceso de gastos:
- Antes de que empiecen las ofertas, anota en tu lista de deseos los productos que realmente necesitas. Así evitarás caer en la tentación de comprar cosas que ni siquiera habías pensado.
- Elabora un presupuesto con la cantidad de dinero que estás dispuesto a gastar y respétalo. Todo aquello que lo supere, está fuera.
- No te dejes llevar por las “superofertas”. Comprueba el precio habitual de los productos que te interesan antes del Black Friday, ya que en ocasiones las ofertas no son tan auténticas como parecen.
- Si te encuentras con algo que no estaba en tu lista, haz una pausa de 24 horas antes de comprar. Este tiempo reduce el impulso de “comprar ahora” y te permite evaluar si realmente es necesario.
- Durante el Black Friday, las marcas inundan nuestros dispositivos con notificaciones y correos. Desactivar estos recordatorios puede evitar que caigas en la tentación de las compras por impulso.
- Cambia el pensamiento del “¿cuánto puedo gastar?” por “¿cuánto puedo ahorrar?”. Fija un objetivo a largo plazo (viajes, estudios, proyectos) y piensa en cómo cada compra que evitas te acerca más a esa meta.
El Black Friday no es más que una trampa bien elaborada para atrapar a tu cerebro en un ciclo de dopamina, urgencia y validación social. Pero con una dosis de conciencia, planificación y algo de autocontrol, puedes disfrutar de las ofertas sin caer en el gasto desmedido. Al final, el verdadero “ganador” del Black Friday es el que obtiene lo que necesita sin sufrir esa incómoda resaca financiera.
Psicóloga y formadora