De un tiempo a esta parte, en los últimos años cada vez más, se escucha la palabra “resiliencia”, que es entendida como la capacidad de las personas para adaptarse y superar situaciones adversas e incluso salir reforzados de ellas.
Desde una crianza respetuosa y de buenos tratos, es lógico pensar que toda madre/padre o cuidador principal de los niños y adolescentes, pretendan que sus hijos crezcan resilientes, con el fin de que obtengan un menor sufrimiento de las experiencias a las que se han de enfrentar a lo largo de sus vidas.