Y de repente, nos vemos obligados a parar, a dejar de vivir como lo hacíamos antes...para construir un estilo y una dinámica de vida distinta.
En la que no debemos olvidar, que los abrazos están limitados, que la compañía puede estar restringida y que la incertidumbre se torna protagonista. Y todo ello como si estuviéramos preparados, como si nuestro cerebro supiera hacerlo.
La situación es complicada, lo es y mucho. Brotan emociones incómodas…la angustia, la tristeza, la ansiedad…. y ¿se supone que tenemos que saber vivir así de repente?